sábado, 11 de agosto de 2012

NECESIDAD DE UNA PREPARACION IDEOLOGICA DE LA MASA Antonio Gramsci


Mayo de 1925, aparece en "Lo Stato Operaio" de Marzo-abril de 1931.
Desde hace casi cincuenta años, el movimiento obrero revolucionario italiano ha caído en una situación
de ilegalidad o de semilegalidad. La libertad de prensa, el derecho de reunión, de asociación, de
propaganda, han sido prácticamente suprimidos. La formación de los cuadros dirigentes del
proletariado no puede realizarse, pues, por la vía y con los métodos que eran tradicionales en Italia
hasta 1921. Los elementos obreros más activos son perseguidos, son controlados en todos sus
movimientos, en todas sus lecturas; las bibliotecas obreras han sido incendiadas o eliminadas de otra
manera; las grandes organizaciones y las grandes acciones de masa ya no existen o no pueden
organizarse. Los militantes no participan plenamente o sólo en medida muy limitada en las discusiones
y en el contraste de ideas; la vida aislada o las reuniones irregulares de pequeños grupos clandestinos,
el hábito que puede crearse en una vida política que en otros tiempos parecía excepción, suscitan
sentimientos, estados de ánimo, puntos de vista que son con frecuencia erróneos e incluso a veces
morbosos.
Los nuevos miembros que el Partido gana en tal situación, evidentemente hombres sinceros y de
vigorosa fe revolucionaria, no pueden ser educados en nuestros métodos de amplia actividad, de
amplias discusiones, del control recíproco que es propio de los periodos de democracia y de legalidad.
Se anuncia así un periodo muy grave: la masa del Partido habituándose, en la ilegalidad, a no pensar en
otra cosa que en los medios necesarios para escapar al enemigo, habituándose a ver posible y
organizable inmediatamente sólo acciones de pequeños grupos, viendo cómo los dominadores
aparentemente habían vencido y conservan el poder con el empleo de minorías armadas y encuadradas
militarmente, se aleja insensiblemente de la concepción marxista de la actividad revolucionaria del
proletariado, y mientras parece radicalizarse por el hecho de que a menudo se anuncian propósitos
extremistas y frases sanguinolentas, en realidad se hace incapaz de vencer al enemigo. La historia de la
clase obrera, especialmente en la época que atravesamos, muestra cómo este peligro no es imaginario.
La recuperación de los partidos revolucionarios, tras un periodo de ilegalidad, se caracteriza con
frecuencia por un irrefrenable impulso a la acción, por la ausencia de toda consideración de las
relaciones reales de las fuerzas sociales, por el estado de ánimo de las grandes masas obreras y
campesinas, por las condiciones del armamento, etc. Así, a menudo ha ocurrido que el Partido
revolucionario se ha hecho destrozar por la reacción aún no disgregada y cuyas reservas no habían sido
debidamente justipreciadas, entre la indiferencia y la pasividad de las amplias masas, que, después de
todo periodo reaccionario, se vuelven muy prudentes y son fácilmente presa del pánico cada vez que se
amenaza con la vuelta a la situación de la que acaban de salir.
Es difícil, en líneas generales, que tales errores no se cometan; por eso, el Partido tiene que preocuparse
de ello y desarrollar una determinada actividad que especialmente tienda a mejorar su organización, a
elevar el nivel intelectual de los miembros que se encuentren en sus filas en el periodo del terror blanco
y que están destinados a convertirse en el núcleo central y más resistente a toda prueba y a todo
sacrificio del Partido, que guiará la revolución y administrará al Estado proletario.
El problema aparece así más amplio y complejo. La recuperación del movimiento revolucionario y

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