Con
el derribo del avión de Malaysia Airlines en territorio Ucraniano y el
intento de EE.UU de atribuirle la responsabilidad a Rusia, el hecho ha
tomado una escalada a través de sanciones comerciales, económicas y
financieras que no hacen más que facilitar y potenciar al
multipolarismo y debilitar a la estrategia unipolar.
Presionada
por EEUU la Unión Europea, el día 29 de julio, acordó imponer
sanciones que afectan varios rubros de la economía Rusa como la
industria petrolera, de defensa y los productos de doble uso, limitando
el acceso de los bancos y empresas gubernamentales rusos a los mercados
europeos y estadounidenses. Europa añadió un embargo a la venta de
armas y de productos electrónicos destinados a la industria bélica y
EE.UU. sumó una constructora naval rusa a su lista de empresas de
tecnología militar vetadas.
El
gobierno de Putin en respuesta decidió cerrar su mercado interno
nacional a la producción agrícola, hortalizas, frutas, carnes y lácteos
de los países de la Unión, provocado problemas a sus países miembros y
sus empresarios porque se estima que perderá unos 1200 millones de euros
(vale aclarar que Rusia no solo cerró su mercado a la UE sino que
también a los productos de EE.UU, Japón, Australia y Canadá).
Inmediatamente el gobierno Ruso dio instrucciones al Servicio Federal
de Supervisión Veterinaria de consultar a distintos países
latinoamericanos (Argentina, Brasil, Chile, Ecuador) para que estos
aumenten su participación en el suministro de productos alimentarios
-mientras la UE trataba de disuadir a los Países Latinoamericanos para
que no abastezcan a Rusia-.
Pero
no solo el mercado de alimentos se ve afectado. Algunos analistas y
hasta directivos de importantes bancos norteamericanos mostraron
preocupación. Joseph Quinlan, director estratégico del Banco de América,
manifestaba: "La crisis ha hecho reconsiderar la preponderancia del
dólar estadounidense en el mundo que nos ha tocado vivir" y "Este
molesto giro de las relaciones entre Rusia y Occidente por culpa de las
sanciones puede ser el catalizador del comienzo de un mundo
multidivisa". Mientras China acumula oro físico e intenta que el yuan
gane cuerpo en el comercio internacional con los Swap (intercambio de
dinero a futuro) extendiendo su línea hasta Suiza, llegado a un
acuerdo de transacciones basadas en el yuan con las bolsas de Londres,
Frankfurt y varios países latinoamericanos.
Ante
estos acontecimientos pareciera que EEUU cierra sus garras sobre todos
los intereses asentados en el complejo militar industrial, las
farmacéuticas, el dólar y el petróleo para sostén de la divisa, pero
demuestra que ha perdido cuerpo y no le alcanza ya con desestabilizar
medio oriente provocando un genocidio en la Franja de Gaza o en Irak
para vender armas, aumentar el precio del petróleo para sostener el
dólar o con intentar defaultear a la Argentina y patear el tablero
financiero global, o infestar al mundo con ébola para repuntar las
ganancias de sus laboratorios.
Todos
estos movimientos y escaramuzas (Siria, Irán, Ucrania) provocan cada
vez más acercamiento entre China y Rusia, lo cual está significando un
corrimiento del eje estratégico de la economía mundial hacia el Oriente.
El
último acuerdo de cooperación estratégica entre Rusia y China
posibilita que China se expanda más hacia Occidente. Si a esto le
añadimos los acuerdos firmados en Brasil, en la cumbre BRICS (Fondo de
Contingencia, Banco de Desarrollo) más la presencia de la UNASUR y los
directivos de la CELAC, los acuerdos bilaterales de Rusia y China con
Venezuela, Cuba, Argentina, Brasil, más las declaratorias hechas en
Bolivia en la cumbre del G77, podemos suponer que occidente y la
estrategia Unipolar ya no puede hacer valer sus sanciones económicas
contra nadie.
Lo
que se observa es que el empuje de los fondos de inversión global de
las trasnacionales, con su proceso de fragmentación de los procesos
productivos a través de la inversión extranjera directa, ha debilitado a
las viejas potencias de la triada (EE.UU-Alemania-Japón) al descentrar
la economía y la política. Esto permite el ascenso de nuevos actores:
las llamadas potencias emergentes y los nuevos bloques regionales, que
se transforman en nuevos polos de poder, reequilibrando el poder
global, con la emergencia de nuevas instituciones, poniendo en cuestión
el centro y la periferia y las instituciones nacidas en el orden
anterior (Breton Wood). Esta crisis ofrece un marco de posibilidad para
que los pueblos podamos organizarnos como fuerza social y encontrar una
alternativa a la relación social vigente.
- Carlos Rang. Docente Universidad Nacional de Río Cuarto, UNRC, Argentina.
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