POR CÉSAR ZELADA
La tierra de José
Carlos Mariátegui fue uno de los laboratorios donde se experimentó
el modelo neoliberal. Después del fracaso político de
Izquierda Unida, y el ascenso de las guerrillas como el Movimiento Revolucionario
Túpac Amaru (MRTA) y Sendero Luminoso (SL), asumió el
poder un improvisado outsider, de origen japonés y líder
del movimiento Cambio 90, llamado Alberto Fujimori, que en comparsa
con su asesor Montesinos (vinculado a la CIA ), y el apoyo de la izquierda,
sectores marginales y evangelistas, logró propinarle una derrota
humillante al entonces premio Cervantes de Literatura Mario Vargas Llosa
por 62.4% contra 37.6% respectivamente.
Luego de esta abrumadora victoria, argumentando la lucha
contra el narcotráfico y el terrorismo, y por la falta de mayoría
congresal para aprobar leyes, ejecutó un golpe de Estado el 05
de abril de 1992 introduciendo una nueva constitución y el marco
legal no solo para el sostenimiento del régimen y la derrota
de SL sino, fundamentalmente, la aplicación de la política
neoliberal que rige hasta nuestros días.
Esta constitución, que los poderes facticos y
la mayoría de políticos defienden a raja tabla, desmantelo
el emergente aparato industrial que creo el Gral. Juan Velasco Alvarado
en los 70s (ensambladoras de carros, fábricas de electrodomésticos,
metalúrgicas, etc.), despidiendo a más de 300 mil trabajadores
bajo el eufemismo de "reducción de costos o flexibilización".
Comenzó así el gran "incentivo y protección
a la inversión extranjera" y la aplicación de un
programa donde el "libre mercado" era el amo y señor
que fijaba los precios de los productos y servicios.
La Confederación General de Trabajadores del
Perú (CGTP), el SUTEP, Construcción Civil y la Federación
de Mineros, etc. trataron de resistir organizando marchas y huelgas,
pero al final la dictadura, con el grupo paramilitar denominado Colina,
se impuso, aplicando, una estrategia de asesinatos selectivos eliminando
a líderes como Pedro HuillcaTecse, Saúl Cantoral (dirigente
constructor y minero respectivamente), entre otros, logrando descabezar
al movimiento obrero y social, y cerrando de esta forma un ciclo de
ascenso de luchas sociales reivindicativas.
De esta manera sangrienta y bajo las ideas de que ésta
era la única forma de conquistar "la modernidad" se
impuso el neoliberalismo en el Perú. Y en efecto, Fujimori y
Montesinos, lograron superar la crisis económica hiperinflacionaria
dejada por el ex presidente Alan García (en 1987 llegó
a 114,5 %, la balanza de pagos era de $521 millones y las RIN eran menos
de $800 millones).
El PBI pasó de -13.4% en 1989 a 6.9% en 1997
y 3.0% en el 2000 (INEI). Las reservas internacionales se incrementaron
y las más importantes "agencias calificadoras de riesgo"
como Standars and Poors, Moody, etc. aplaudían. Pero lo que nunca
dijeron estas instituciones es que esta cuestión se debía
a la demanda internacional de productos primarios pesqueros, agrícolas
y mineros. Lo que tampoco señalaron es que la deuda externa del
Perú también se había incrementado a $30 mil millones.
Y que nuestro país pagaba anualmente más de $2000 millones,
lo que correspondía a un aproximado del 25% del presupuesto nacional.
EE.UU., Japón, Europa, también saludaron
el "milagro económico peruano". No obstante, para completar
"el combo neoliberal" faltaban las privatizaciones de las
empresas estatales. Y con el argumento de que el "Estado era un
mal administrador", el gobierno fujimorista terminó vendiendo
centenas de empresas como Solgas, Electro Perú, PetroPerù,
la Compañía Peruana de Teléfonos del Perú,
AeroPerú, etc.
Y bajo una campaña mediática a favor del
gobierno, la mayoría de la población aprobó la
política económica fujimorista hasta 1997-98 (de hecho
la dictadura fue reelegida con más del 50% de los votos en 1995).
LA VERDAD SOBRE LAS PRIVATIZACIONES
Sin embargo, las privatizaciones no trajeron "modernidad"
sino desazón. "…Entre 1990 y 2000 se ejecutaron 228
operaciones de venta, concesión o liquidación de empresas
públicas, lo que generó un monto de US$ 9.221. Sin embargo,
de esta cantidad solo ingresaron al Tesoro Público US$ 6,445.
La diferencia de US$ 2.700 millones se destinó al pago de consultoras,
bancos de inversión y a sanear las cuentas de las compañías
privatizadas (el Estado asumió todas sus deudas antes de venderlas)…"
redacto La República (22-04-11).
Así también lo constato el difundo ex
presidente de la Comisión de delitos financieros y destacado
parlamentario de izquierda, Javier Diez Canseco, quién declaró
que, "…El decreto legislativo 674 establecía que el
dinero de las privatizaciones se debía invertir en salud, educación,
infraestructura vial, seguridad, erradicación de la pobreza y
pacificación. Eso no se cumplió…".
Y es que hubo subvaluación. Por ejemplo, las
utilidades de la empresa estatal Solgas en 1991 eran de $2.9 millones,
pero el 84% de sus acciones fueron vendidas en $7.5 millones. El operador
que la compró luego de tres años la vendió en $39
millones. Ni que hablar de la refinería La Pampilla , que en
1994 tenía ingresos por $657 millones y utilidades operativas
por $85 millones para luego ser vendida el 75% de acciones en la escandalosa
cifra de $180 millones.
Por otro lado, hubo estafa en la firma de los contratos
como sucedió en la minería con la compra de Hierro Perú
por parte del grupo chino Shougang que se comprometió a invertir
entre 1992-1995 $150 millones, pero no cumplió (ya que el contrato
no lo exigía), y prefirió pagar una penalidad de $12 millones.
Fueron similares los contratos de venta de Aeroperú, etc.
LA RECESIÓN ECONÓMICA
A esto hay que sumar que durante el periodo 1998-2000
la economía ingreso en recesión. Según el economista
y profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú
(PUCP), Félix Jiménez, esto se dio porque se abarató
el dólar como medida antiinflacionaria hasta alcanzar un atraso
de diez años en el tipo de cambio, la política fiscal
destinó todos sus esfuerzos al pago de la deuda externa en montos
exorbitantes, la política monetaria fue restrictiva y encareció
en demasía el crédito y el precio de la luz se disparó.
Para la Sociedad Nacional de Industrias (SIN), "unas
23 mil empresas cerraron o quebraron en el periodo 1990-2000, de las
cuales el 95% pertenecían a las pymes". Por su lado, la
Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS), "reportó
no menos de 120 mil empresas endeudadas durante esa década, sin
contar las que ya habían cerrado por endeudamiento. Esto trajo
como resultado un descenso de 33% en el empleo industrial".
"…El resultado fue un modelo antiindustrial
y reprimarizador que elevó los costos de producción, prevaleció
las importaciones y, por ende, restó competitividad al país.
De ahí que la balanza comercial durante el oncenio fuera negativa,
pues las importaciones crecieron en 258,5% entre 1990 y 1998, mientras
las exportaciones aumentaron en 72,3%...", (La República,
15/05/11).
"…Fueron (años) muy malos. Metidos
en la re-reelección (de Fujimori), abandonando las reformas de
segunda generación, la gestión fue muy mala…",
declaró el fujimorista y ex ministro de agricultura José
Climper (La República, 15/05/11).
En Mayo de 1999, según la encuestadora Apoyo,
el 69% de los limeños desaprobaba la política económica
de Alberto Fujimori.
LA MARCHA DE LOS 4 SUYOS
Entonces, son estas razones de fracaso del "milagro
económico" que no "chorreaba" a todos por igual
aunada a un régimen que se caracterizaba por hacer de la corrupción
una praxis política conllevando a la formación de un pequeño
Estado mafioso dentro del Estado dirigido por Vladimiro Montesinos (Leer
"El Espía imperfecto", por Sally Bowen y Jane Holligan,
2003), las que generaron un hartazgo en la mayoría popular.
"Dios perdona el pecado pero no el escándalo",
dice un dicho popular. Y en efecto, lo que era un secreto a voces se
convirtió en un escándalo con los vladivìdeos (14-09-00),
donde se ve al asesor Montesinos sobornando con miles de dólares
a congresistas, militares, policías, jueces, broadcasters o negociando
arreglos judiciales a cambio de favores con banqueros del grupo Romero,
grupo Wiesse, etc. donde el asesor tenía sus multimillonarias
cuentas de ahorro producto del narcotráfico y lavado de activos.
Esta situación creo una gran convulsión
social de características insurreccionales que se denominó
la Marcha de los 4 suyos. Así las cosas, la lucha del Foro Democrático
contra la reelección presidencial de Fujimori rompió su
aislamiento y contó con el apoyo del candidato Alejandro Toledo,
quien se puso a la cabeza del combate de los movimientos sociales que
habían decidido intervenir en la escena política por la
defensa de sus derechos ciudadanos.
De esta manera, decenas de miles de ciudadanos de todo
el país despertaron a la vida política y marcharon a Lima,
aperturando un nuevo ciclo de luchas por la democracia. Y después
de varios meses de protestas, con las mesas de la OEA (reunida con políticos,
sindicalistas, empresarios, etc.) tratando de desinflar el movimiento
popular (pidiendo que Fujimori sea el presidente de transición);
con conspiraciones y psicosociales (asesinatos de agentes de seguridad
del Banco de la Nación para embarrar la Marcha , helicópteros
para causar zozobra, francotiradores en los techos del centro Lima,
etc.); y el levantamiento de un militar llamado Ollanta Humala en Locumba,
Tacna, los movimientos sociales lograron derrocar a la dictadura, marcando
un hito en la historia contemporánea. Fujimori renunció
por fax desde Japón (19-11-00), y Montesinos fugó a Panamá
y Venezuela, desde donde sería deportado en Junio del 2001.
LA URGENCIA DE UNA NUEVA IZQUIERDA Y EL ASCENSO DE
TOLEDO AL PODER
Así las cosas, el movimiento social peruano comenzaba
a plantear la necesidad de una nueva izquierda (diferente a la que se
cayó con el Muro de Berlín), que retome el tema indígena
y la mística de las rebeliones obreras, estudiantiles y campesinas
del siglo XX así como la transición a una verdadera democracia.
Pero lo que había era Toledo y Perú Posible (PP) quienes
planteaban un programa de gobierno de centro derecha.
No obstante, "…la naturaleza aborrece el vació…"
decía Hegel, y éste fue cubierto por Toledo quién
ganó las elecciones prometiendo "más trabajo, más
democracia, más educación" a la misma vez que se
presentaba como el "Pachacutek" del siglo XXI con el símbolo
político milenario de la "chakana" (que expresa el
vínculo con el Perú profundo), y derrotando a Alan García
en las elecciones del 2001 con 53.08% contra 46,92%.
Pero la ilusión en Toledo se convirtió
rápidamente en decepción ya que su administración,
si bien es verdad, tuvo un crecimiento económico del 4.9% en
promedio (liderado por la minería, manufactura y construcción),
con un déficit fiscal menor al 1% y más de $15 mil millones
en RINs, pues, se caracterizó por el continuismo del modelo económico
y los escándalos de corrupción (planillas del PNUD, no
reconocer a su hija extramatrimonial Zaraì, etc.).
Y cuando intento privatizar Egasa y Egesur (empresas
públicas de energía), el pueblo arequipeño (en
especial las clases medias), se rebeló con enfrentamientos sociales
con la policía que no se veían desde hace décadas.
El saldo fue de dos ciudadanos muertos, decenas de heridos y la renuncia
del ministro del Interior, Fernando Rospigliosi. Y fue tan profunda
la crisis política del gobierno de Toledo que los analistas hablaban
de la "democracia de un dígito" ya que llego a tener
8% de aprobación popular.
"ALAN VUELVE" PERO COMO CONVERSO NEOLIBERAL
Luego, asumiría el poder el ex presidente Alan
García, quién terminó su primer mandato (85-90)
odiado por el pueblo ya que su gobierno fue un desastre económico
(hiperinflación), político (aplicación de políticas
"estatistas" que generaron marchas de miles lideradas por
Vargas Llosa), y moral (el tren eléctrico, la venta de los aviones
Mirage, dólares muc, etc.).
En el 2006, el líder del APRA le gano (con una
guerra sucia apoyada por los poderes facticos y la intervención
de la embajada EE.UU.), a Ollanta Humala por 52,62% contra 47,37% prometiendo
un "cambio responsable" frente al "salto al vacío
del chavista Ollanta".
Sin embargo, una vez en el poder, si bien es cierto,
la economía creció al 7% en promedio (liderado por la
construcción, comercio y servicios), García continuó
con la misma política económica neoliberal, que se expresó
en un artículo escrito por él en El Comercio titulado
"El síndrome del perro del hortelano" (28-10-07). Y
que luego, al tratar de imponer unos decretos ley, para supuestamente,
firmar el Tratado de Libre Comercio con EE.UU., desembocó en
una rebelión social denominada Baguazo, con el saldo de 33 muertos,
entre indígenas y policías, que le obligo a dar un paso
atrás y la derogatoria de los mismos decretos.
LA VICTORIA DE OLLANTA: DE LA GRAN TRANSFORMACIÓN
A LA GRAN CAPITULACIÓN
De esta forma llegamos a las elecciones del 2011. Un
país con crecimiento económico (por los altos precios
de los minerales), pero con una fallida transición democrática
y por tanto con una crítica polarización social donde
la mayoría ciudadana demandaba un cambio del modelo económico
que se cimienta en la constitución política fujimorista.
Y justamente, después de varios procesos judiciales
y guerra sucia llamándolo "chavista", fue Ollanta Humala,
el que prometía no solo una revolución educativa sino
una gran transformación del modelo y el Estado a través
de una Asamblea Constituyente, conquistando así una alianza con
la izquierda y los movimientos sociales, el que ganó las elecciones
a la hija del dictador, Keiko Fujimori, Hoja de ruta de por medio (un
documento de negociación de centro político para que Perú
Posible y Mario Vargas Llosa lo apoyen en el ballotage).
Y con 51.44% contra 48.55% Ollanta juramento (28/07/11)
simbólicamente "en el nombre de la constitución de
1979" (que le daba al Estado un carácter gerencial de la
economía y que penaba la traición a la Patria con la muerte)
dejando entrever que iba a pelear por una nueva constitución.
No obstante, a tres años de su mandato la única
transformación que la ciudadanía ve es la de Ollanta y
su esposa Nadine Heredia (muy cuestionada por su obsesivo protagonismo
sui generis llegando a generar crisis política al gobierno),
quienes son acusados de haberle capitulado a los poderes facticos y
al "garante" Vargas Llosa respetando la constitución
espuria del 93 y continuando con el tercer piso del neoliberalismo con
la aplicación de reformas estructurales que ninguno de sus antecesores
se animó por el ascenso de ingentes rebeliones sociales.
Y en efecto, hoy, el Perú, con un crecimiento
económico que bordea el 4.5% en su primer trimestre (con elementos
de desaceleración), tiene uno de los salarios más paupérrimos
de la región y una desigualdad social que llega al 0.6% del índice
GINI (uno de los más altos de AL), con un sector formal que solo
llega al 12% de la PEA mientras que el informal está en el 70%,
sin ninguna clase de seguro social.
Y esto porque la constitución sistémica
instaurada por la dictadura, además de introducir el libre comercio
en la salud, educación, trabajo, vivienda, etc., estaba diseñada
para el control absoluto (y a veces hasta mafioso como sucedió
con Fujimori-Montesinos), de los poderes del Estado por parte de la
presidencia de la República.
Esta es la razón de fondo de la crisis de corrupción
(según Pulso Perú el 91% de la población cree que
la corrupción es muy alta), de la caída en las encuestas
de la pareja presidencial hasta el 25% de apoyo público, de la
crisis entre el Tribunal Constitucional y el Consejo Nacional de la
Magistratura, entre el Congreso de la República y el Poder Judicial,
de la crisis educativa en general (y universitaria en particular), de
la crisis en la salud (con médicos en huelga), de los más
de 200 conflictos sociales, de las mafias en los gobiernos regionales,
de que la iglesia católica sea privilegiada por el Estado, de
la guerra entre gran minería y minerìa informal (con el
Estado a favor del primero), de que la transnacional DOE RUN no respete
las leyes o que la gran minerìa haya convertido a La Oroya en
la quinta ciudad más contaminada del mundo o que quieran imponer
minerìa en cabecera de cuenca como en Conga, Cajamarca, y de
que Perú no pueda superar su carácter primario exportador
y avanzar hacia una economía industrializada con tecnología
de punta para competir en el mercado mundial.
Revista Mariátegui, Lima, 18 de agosto
de 20 |
jueves, 21 de agosto de 2014
EL ABC DE LA CRISIS POLÍTICA PERUANA
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