Los amerindios habrían vivido hace 10.000 años en el istmo de Bering, en la actualidad sumergido y convertido en estrecho, antes de ser los primeros en colonizar las Américas, según los análisis fósiles que revelan que esta región tenía una vegetación propicia a la supervivencia de los grupos humanos.
Este descubrimiento podría esclarecer el misterio de la "desaparición", durante diez mil años, de todo resto de estas poblaciones, entre el tiempo en que se encontraban en Siberia y su llegada al continente americano, explican los investigadores cuyo estudio aparece en la última edición de la revista estadounidense Science.
"Estos trabajos llenan un agujero de 10 milenios en la epopeya de los pueblos del nuevo mundo", venidos desde Asia durante el último periodo glacial (alrededor de hace 22.000 años), estima el profesor Scott Elias del departamento de geografía de la universidad Royal Holloway de Londres, uno de los principales autores del estudio.
El análisis del ADN mitocondrial, transmitido por la madre, presente en los huesos, muestra que los amerindios originarios de Asia emergieron como un grupo étnico específico hace poco más de 25.000 años en Siberia pero no llegaron a Estados Unidos antes de 15.000 años, precisa Dennis O'Rourke, antropólogo de la universidad de Utah, y otro autor del estudio.
El punto de la Tierra en que se encontraba entonces el estrecho donde está actualmente el mar de Chukota y el estrecho de Bering que separa Alaska y Siberia, así como alguna de las partes que le rodean no eran tan áridos como el resto de Beringia, nombre otorgado a estos territorios en la actualidad sumergidos, cómo se pensaba hasta ahora.
Esta parte central de Beringia estaría recubierta de arbustos y tundra, la vegetación dominante en la Alaska ártica.
"Pensamos que los ancestros de los amerindios sobrevivieron en esta tundra en el istmo de Bering porque era la única región del Ártico donde crecían los arbustos", explica el profesor Elias.
"Necesitaban leña para hacer fuego en esta región extremadamente fría del globo, utilizando ramas de los arbustos para iniciar el fuego que cubrían enseguida con los huesos de grandes mamíferos que cazaban y podían arder durante horas, lo que ayudaría a estos hombres a sobrevivir en las noches árticas en invierno", añade.
Los investigadores llevaron a cabo los descubrimientos analizando los insectos y la plantas fosilizadas extraídas de núcleos de sedimentos procedentes de la superficie de Detroit, a cincuenta metros del fondo del mar de Bering.
"Los datos genéticos y paleontólogicos pegan perfectamente", insistió John Hoffecker, un arqueólogo y paleontólogo a la universidad Colorado en Boulder, principal autor de estos trabajos.
El análisis del ADN mitocondrial, transmitido por la madre, presente en los huesos, muestra que los amerindios originarios de Asia emergieron como un grupo étnico específico hace poco más de 25.000 años en Siberia pero no llegaron a Estados Unidos antes de 15.000 años, precisa Dennis O'Rourke, antropólogo de la universidad de Utah, y otro autor del estudio.
El punto de la Tierra en que se encontraba entonces el estrecho donde está actualmente el mar de Chukota y el estrecho de Bering que separa Alaska y Siberia, así como alguna de las partes que le rodean no eran tan áridos como el resto de Beringia, nombre otorgado a estos territorios en la actualidad sumergidos, cómo se pensaba hasta ahora.
Esta parte central de Beringia estaría recubierta de arbustos y tundra, la vegetación dominante en la Alaska ártica.
"Pensamos que los ancestros de los amerindios sobrevivieron en esta tundra en el istmo de Bering porque era la única región del Ártico donde crecían los arbustos", explica el profesor Elias.
"Necesitaban leña para hacer fuego en esta región extremadamente fría del globo, utilizando ramas de los arbustos para iniciar el fuego que cubrían enseguida con los huesos de grandes mamíferos que cazaban y podían arder durante horas, lo que ayudaría a estos hombres a sobrevivir en las noches árticas en invierno", añade.
Los investigadores llevaron a cabo los descubrimientos analizando los insectos y la plantas fosilizadas extraídas de núcleos de sedimentos procedentes de la superficie de Detroit, a cincuenta metros del fondo del mar de Bering.
"Los datos genéticos y paleontólogicos pegan perfectamente", insistió John Hoffecker, un arqueólogo y paleontólogo a la universidad Colorado en Boulder, principal autor de estos trabajos.
*Jean-Louis Santini
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