La actriz Candance Hilligoss la viva imagen del miedo en el film Carnival of Souls - dominio publico
Fotofobia, aracnofobia, agorafobia, fagofobia… La medicina, y en especial la psicología y la psiquiatría, han descrito literalmente cientos de aversiones o miedos irracionales durante los últimos siglos. Algunas muy comunes como la claustrofobia, pero otras tan sorprendentes que hasta su propio nombre da miedo…
El ser humano ha desarrollado una ingente cantidad de miedos y temores a multitud de objetos, animales y comportamientos que le rodean. Sin embargo, en estos últimos días un equipo de psicólogos de la Universidad de Chicago Booth en colaboración con la Universidad de Wisconsin, ha publicado un artículo en el que describen un miedo común a todos los seres humanos: el temor a las cosas que se acercan.
El artículo, publicado en el Journal of Personality and Social Psychology, afirma que no solo es un temor que compartimos todas las personas sino que en realidad es algo innato que nuestra evolución ha desarrollado para su supervivencia.
Y es que, bien pensado, es bastante lógico tener miedo a las cosas que se acercan ya que suponen una amenaza mucho mayor que las cosas que se alejan… Evidentemente, en nuestros días no tenemos muchos depredadores que nos acechen, pero durante millones de años nuestro cerebro se ha ido amoldando a huir y escapar con éxito de todo aquello que se acercaba rápida y sigilosamente hacia nosotros.
Nuestro cerebro ha desarrollado un instintivo sentimiento de miedo hacia cosas y animales que se acercan
El miedo es un sistema de alarma muy útil que provoca cambios rápidos y eficaces en nuestro cuerpo preparándolo para reaccionar. Y si lo miramos bien, en realidad somos los descendientes de aquellos que se asustaron de algo y huyeron… Los que dudaron, los que no experimentaron ese miedo, tenían muchas más probabilidades de terminar siendo devorados por un depredador. Somos los nietos, de los nietos, de los nietos de los que en alguna ocasión sintieron miedo a algo que se les acercaba.
Para llegar a esta lógica pero como veremos más adelante útil conclusión, los investigadores realizaron un total de ocho pruebas en las que descubrieron que incluso los objetos y seres más inofensivos provocaban sentimientos negativos en los participantes del experimento conforme se acercaban a ellos. Ni la visión de un bello y dócil cervatillo como Bambi se libra de provocar miedo en el sujeto que lo ve acercarse.
El estudio, realizado por la Escuela de Negocios de la Universidad de Chicago, tiene numerosas aplicaciones enfocadas sobre todo al campo de la las relaciones sociales en el trabajo, la mejora de la actuación en ventas y en general de cualquier interrelación personal o atención al público. El simple hecho de saber que el acercarse a alguien puede provocar reacciones adversas o sentimientos negativos puede ayudar a tratar mejor a unos clientes, inspirar más confianza a la hora de una venta o simplemente no provocar rechazo inconsciente en nuestros interlocutores.
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