Caracas, 08 Dic. AVN.- La más notable muestra de amor entre los pobres siempre fue conjurar el olvido. Se expresa en presente la lealtad con el hombre que es padre, maestro, comandante y amigo, ése que dibujó el sendero por el que ahora camina digno un pueblo de frente alta.
El decreto que ya estaba en el sentimiento venezolano fue publicado este 4 de diciembre en Gaceta Oficial, por lo que ahora cada 8 de diciembre será recordado como día de renovar fuerzas para seguir forjando la patria querida.
En el Día de la lealtad y amor al comandante Hugo Chávez, quienes andan el camino de la revolución recuerdan la palabra, la enseñanza, el mandato de un Chávez siempre cercano. No se borran las huellas de quienes han caminado juntos en la construcción de la soberanía.
Para el comunero trujillano Fernando Vázquez, hablar de Chávez es conjugar emociones que van desde la admiración, el respeto y la gratitud, hasta el más profundo amor. "Siento su presencia, nunca ha estado ausente, porque su obra es tan maravillosa que dejó una huella imborrable en mí, como sé que igualmente dejó en millones de venezolanos".
"El amor que sentimos por Chávez es infinito y cómo no amar a un hombre que se despojó de todo para entregarse en cuerpo y alma a su pueblo, que dio hasta su vida para devolver la dignidad a los excluidos".
Vázquez es uno de los integrantes de la comuna La Chapa, ubicada en una zona rural que une a los municipios Pampanito y Trujillo, la capital del estado homónimo.
Dice que la organización popular, en la búsqueda del bien colectivo, ha sido una de las grandes enseñanzas del líder revolucionario, y ejemplo de ello es esta comuna, conformada por siete consejos comunales que se agruparon en 2007 como Sala de Batalla Social, para luego constituirse, en 2010, como comuna en construcción y finalmente, este año, en comuna.
"Antes la mayoría de los venezolanos éramos individualistas, cada quien iba por su lado, pero llegó Chávez y nos mostró la vida de otra manera, nos enseñó a vivir en verdadera comunidad", manifiesta al recordar que Chávez siempre nos convocó a la unidad. "Unidad, unidad, unidad", repitió el comandante el 8 de diciembre de 2012.
Para este agricultor, vivir en socialismo ya no es difícil, porque poco a poco en esta zona se ha dado un proceso de integración comunal que les ha permitido satisfacer sus necesidades y ser felices.
"Aquí se ve, se siente el socialismo, somos personas que ya no sólo pensamos en nuestro propio bienestar y en el de la familia, sino que pensamos en el colectivo".
Así lo enseñó Chávez en el Libro Azul; dijo que el hombre debe trascender el límite de la individualidad y plantarse en relaciones sociales solidarias, para satisfacer sus deseos y necesidades "porque no satisfacerlos es padecer", al decir de la utopía concreta robinsoniana que configura el comandante en ese trazo del ideario del proyecto bolivariano.
Se multiplicó
Nacen más Chávez cada vez que un hombre conoce sus derechos y se para a defenderlos, cada vez que una mujer refleja en su mirada dignidad y no pobreza, cada vez que el campesino se sabe dueño de la tierra que labra, cada vez que lograr una vida buena no implica dolor y sangre.
Aquel 8 de diciembre comentaba el presidente que la Gran Misión Vivienda Venezuela, ese milagro que desmercantiliza el derecho a la digna habitación, había entregado la casa número 300 mil; y que se levante quien quiera en contra de la lealtad al leer que un año después este programa ha entregado más de 500 mil viviendas a familias que no habrían podido comprar una en el mercado inmobiliario.
Por hechos como éste es que Alfonzo Rodríguez, profesor de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Los Andes en Mérida desde hace 20 años, perteneciente a la Fuerza Bolivariana Universitaria y miembro fundador del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), de tanto ver, considera que la encomienda de construir la patria, heredada de Chávez, será defendida por el pueblo con civismo, responsabilidad, amor y unidad.
"Lealtad y más lealtad demostraremos a nuestro Comandante supremo. Lealtad al proyecto revolucionario en el que entregó la vida Chávez. Lealtad al pueblo que estaba en un estado de suprema necesidad, inmerso en una pobreza crítica que superó el 40% durante los gobiernos de la cuarta República. Es el compromiso supremo con el pueblo, con los más pobres, con aquellos a quienes nunca se dio oportunidad, frente a esa oligarquía apátrida y parasitaria hija del capitalismo".
El profesor Rodríguez habla de un pueblo entregado a una causa que comenzó por ser apenas la utopía de un hombre que soñaba con una patria abundante en justicia, utopía que ya tiene alcance mundial con la adhesión de naciones decididas a salvar al hombre del modelo depredador capitalista, y que ya saben que esto es posible sólo en colectivo.
"Unámonos o la anarquía nos devorará", dijo Bolívar y Chávez lo refirió aquella noche de diciembre.
Ahora lo sabemos, Chávez nunca se rindió. Ese último 8 de diciembre, con el aplomo de un padre que se llena de calma para comunicar una noticia difícil, besó su crucifijo, se confesó aferrado a él y esperanzado. Partió a Cuba a realizarse un nuevo tratamiento médico; estaba decidido a volver y nunca se fue del corazón de su gente.
Mucho ha rodado este río de amor. La lágrima trocó en fuerza de lucha y amor a la patria, a la patria bonita que Chávez soñó para los pobres.
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