Los
 preparativos de la VII Cumbre de las Américas se caracterizaron más por
 los aprestos agresivos, -desde Estados Unidos de manera principal, 
aunque contando con el apoyo de las cavernarias derechas del continente-
 que por una reunión distinguida por la amistad y la cooperación.
La amenaza por quien dice sentirse 
amenazado, además del chantaje y la presión fue el signo unívoco de los 
prolegómenos de esta magna reunión. Ya desde el encuentro del vice 
presidente Biden con los países de Caricom, cuando les anunció que al 
gobierno de Nicolás Maduro “le quedaba poco” y que debían aceptar la 
propuesta energética que su país ofrecía, hasta la más reciente reunión 
del mismo vicepresidente con los países del Triángulo del Norte de 
Centroamérica, en la cual obtuvo la ampliación de la presencia militar 
estadounidense en la base de Palmerola en Honduras, se anunciaban 
vientos de tormenta en Panamá. En esa lógica, el 9 de marzo el 
presidente Obama emitió una orden ejecutiva intentando intimidar a 
Venezuela, buscando de esa manera polarizar la región presionando a los 
países más pequeños a fin de llegar a la Cumbre con América Latina y el 
Caribe desunida, para hacerla presa fácil de sus políticas imperiales.
Tras la “decepción” que según la 
subsecretaria de Estado Roberta S. Jacobson significó que ningún país de
 la región apoyara la decisión de Estados Unidos respecto de Venezuela, 
el presidente Obama viajó el pasado jueves 9 de abril  a Jamaica a 
“torcer el brazo” a los países de Caricom, por no hacer “lo que Estados 
Unidos quiere”, de acuerdo a sus propias palabras. En la isla caribeña, 
el presidente estadounidense ofreció 20 millones de dólares para 
sustituir a Petrocaribe, es decir el país más poderoso de la tierra le 
ofreció a los ciudadanos de los países del Caricom, que son 18 millones,
 1.1 dólar por persona para solucionar su demanda energética. Esos 20 
millones representan la quinta parte de lo que vale un solo avión F-18 
Hornet, de los cuales Estados Unidos tiene cientos en sus portaviones 
alrededor del mundo.
En este ámbito de amenazas y chantajes y
 ante el apoyo del FMLN de El Salvador a Venezuela, el cual se manifestó
 a través de miles de firmas de rechazo al decreto presidencial de 
Obama, la Embajadora de ese país en la nación centroamericana Mari 
Carmen Aponte,  en clara expresión injerencista expuso que “el apoyo que
 el FMLN ha mostrado a la derogación del decreto de Barack Obama contra 
Venezuela dificulta la obtención de fondos estadounidenses para El 
Salvador”. Chantajes como ese, propios del siglo XIX, parecían 
desvanecidos en la región, pero la administración demócrata se ha 
esforzado por traernos a la realidad sobre la persistencia de la 
política exterior imperialista hacia América Latina.   
Con ese marco comenzó la Cumbre de 
Panamá, arropados en 5000 efectivos de seguridad, la ocupación de la 
base Howard por la Fuerza Aérea de Estados Unidos y el anclaje de un 
portavión de la Armada de ese país en la Bahía de Panamá, según informó 
el destacado académico e investigador panameño Marco A. Gandásegui h. La
 previa Cumbre de los pueblos que nadie sabe quién organizó, (si la 
presidencia de Panamá, la OEA o la NED y la USAID), estuvo caracterizada
 por la exclusión del movimiento social cubano y los intentos de dar 
protagonismo a mercenarios y terroristas que por lo visto tienen 
derechos que se les pretenden conculcar a los pueblos. No podía ser de 
otra manera cuando se acude a una cita convocada por la OEA a fin de 
seguir prolongando la idea panamericana creada bajo el paradigma 
monroista de integración continental, el cual, desde el mismo momento de
 su concepción en 1823, recibió el contundente rechazo del Libertador 
Simón Bolívar como lo atestigua la convocatoria al Congreso Anfictiónico
 de Panamá, escrita en fecha tan temprana como el 7 de diciembre de 
1824.
A pesar de esto, uno de los hechos más 
importantes del evento fue la Cumbre de los pueblos, su desarrollo y 
consolidación es lo único que apunta al verdadero afianzamiento de los 
procesos de integración para darles a estos un carácter irreversible. En
 la medida que nuestros pueblos, a través de sus organizaciones, se 
encuentren, se conozcan, debatan e intercambian experiencias, se hagan 
diagnósticos sobre la situación de la región y se propongan medidas para
 solventar los problemas podrán generarse mecanismos de participación 
real que conduzcan a que los ciudadanos sean los actores protagónicos de
 los procesos de transformación fecundando una práctica que dará piso 
político y sustento estructural a las luchas por la liberación 
definitiva.
En el ámbito de la Cumbre de los Jefes 
de Estado y gobierno, el carácter histórico de esta cita viene dado por 
dos hechos fundamentales: en primer lugar la presencia de Cuba que como 
dijo la presidente argentina Cristina Fernández estaba en Panamá “por la
 dignidad de su pueblo en más de 50 años de resistencia”. El apoyo 
unánime de los países de América Latina y el Caribe para el regreso 
formal de Cuba a una reunión de jefes de Estado y de gobierno del 
continente fue un elemento esencial que obligó a la OEA a convocar al 
presidente cubano a estar presente en igualdad de condiciones en la 
magna reunión. El discurso de Raúl Castro expresó el pensamiento y el 
sentimiento de dignidad y valor de un pueblo contenido de hablar en este
 tipo de reuniones, que sin embargo, nunca perdió el contacto solidario y
 fraterno con sus hermanos de toda la región. Resistencia, dignidad, 
honor y valentía resumen el regreso de Cuba a este tipo de eventos.
Por otro lado, vale destacar la 
contundencia de las intervenciones de los jefes de Estado o gobierno de 
Ecuador, Argentina, Venezuela, Bolivia, Trinidad y Tobago, Jamaica y San
 Vicente y las Granadinas entre otros mostrando una región en la que, la
 manera de relacionarse con la potencia hegemónica ha cambiado. La 
cobardía del presidente estadounidense lo llevo a huir de la sala 
plenaria antes de seguir escuchando los reclamos bicentenarios. ¿Qué se 
puede esperar de un estadista que como avestruz mete la cabeza en el 
hueco ante las evidencias de una historia repulsiva de agresiones e 
intervenciones de la que contrariamente a lo que dijo Raúl Castro, él 
también es responsable? Incluso con Cuba, porque la imposibilidad de que
 la misión cubana en Washington pueda utilizar cuentas bancarias en 
Estados Unidos es una decisión tomada durante el gobierno de Obama bajo 
las reglas del bloqueo a la isla.
En el tema de Venezuela, la opinión de 
los países de la región fue concluyente y definitiva, el apoyo unánime 
no sólo fue manifestado de manera previa a la reunión en sendas 
declaraciones  de Unasur y Celac, sino que en los discursos de los 
participantes se dejó sentir un punto de vista abarcador, sólo 
diferenciado del de Estados Unidos y una insignificante Canadá que se ha
 asumido como provincia estadounidense acompañando a su vecino en todas 
sus aventuras intervencionistas a lo largo y ancho del mundo.
Otros temas relevantes para América 
Latina y el Caribe fueron obviados por Estados Unidos, entre ellos las 
ocupaciones ilegales y de carácter colonial de Puerto Rico y Malvinas 
por parte de Estados Unidos y Gran Bretaña respectivamente. Así mismo, 
una declaración final fue imposible por la negativa de las dos potencias
 anglosajonas de Norteamérica que se negaron a declarar la salud como un
 derecho del pueblo y no aceptaron rechazar el armamentismo y el 
espionaje y escucha ilegales.
Panamá ha significado una nueva victoria
 de los pueblos de América Latina, aunque los corifeos imperiales se 
apresuren a cantar una melodía distinta cuya partitura fue elaborada en 
Washington por lo que sin duda será, -como ya es costumbre- vomitada 
profusamente por los mercenarios de las comunicaciones a través de sus 
transnacionales.
Al finalizar la Cumbre, vale preguntarse
 sin embargo, qué importancia puede tener un foro en el que por segunda 
vez (lo cual marca una tendencia) no se puede consensar una declaración 
final que si es posible lograr en el ámbito de América Latina y el 
Caribe bajo el paraguas de CELAC, también surge la interrogante de hasta
 cuando América Latina y el Caribe va a seguir aceptando ser convocada 
por la OEA, un instrumento de la idea panamericana y monroista, aunque 
como señalara el propio Comandante Chávez ya no es el “ministerio de 
colonias” de Estados Unidos.
Sigo pensando que es incongruente 
continuar sosteniendo una idea contraria al ideal bolivariano de 
integración, idea que hoy tiene su manifestación organizativa en la OEA y
 en esas Cumbres a las que los jefes de Estado y gobierno asisten para 
no ponerse de acuerdo en nada. Si como región hemos logrado ser 
reconocidos como bloque por otras potencias mundiales como China, Rusia e
 incluso la Unión Europea, que han aceptado reunirse con nosotros a 
partir de la magna organización que nos hemos dado, qué sentido puede 
tener, seguir asistiendo a estas asambleas, a partir del interés de 
Estados Unidos de vernos las caras individualmente, para saber a quién 
le “quiebra el brazo” y a quién atrae a su regazo tentador y diabólico.
Le damos una emocionante bienvenida Cuba
 a la unión de nuestras naciones, agradecemos el apoyo afectuoso y 
solidario de los pueblos y gobiernos de América Latina y el Caribe ante 
la amenaza imperial, pero nuestro camino de futuro no transita por esa 
vía. Nuestro amanecer de segunda independencia debe recorrer la ruta 
trazada por el Libertador. Su alerta debe estar siempre presente, 
queremos un futuro de paz y amistad, con todos incluso con Estados 
Unidos y su pueblo, pero no debemos olvidar que Bolívar con su infinita 
visión de futuro nos previniera: "…los Estados Unidos parecen destinados
 por la providencia para plagar la América de miseria en nombre de la 
libertad". Que yo sepa, eso no ha cambiado.
sergioro07@hotmail.com
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