lunes, 19 de mayo de 2014

En agosto de 1780 Francisco de Miranda en La Habana, capítulo escasamente conocido


Por Adalys Pilar Mireles. Pinar del Río, Cuba, 19 may (PL) Ciudad amurallada, La Habana recibió al venezolano Francisco de Miranda en agosto de 1780 como soldado español, comienzo de su azarosa estancia en Cuba, entre pugnas y acusaciones.

Se trata de una de las figuras más relevantes del continente americano, sin embargo, su vínculo con el país caribeño es un capítulo escasamente conocido, declaró a Prensa Latina el doctor en ciencias históricas Wilfredo Padrón, autor de una investigación sobre el prócer independentista.

Integrante del Ejército de Operaciones de América -precisó el estudioso-, Miranda se desempeñó como ayudante personal del capitán general de la isla, Juan Manuel de Cagigal, posición que le propició amplias posibilidades para incursionar en la vida colonial cubana y en el conflicto bélico desatado entonces en Norteamérica en pos de la independencia.

Una serie de contradicciones y falsas imputaciones, como la de contrabando, convirtieron sus 34 meses de estadía en Cuba en una verdadera odisea, etapa que marcó su ruptura total con el régimen español, afirmó.

Acusado también por la inquisición bajo los cargos de literatura prohibida, delito de proposiciones y pinturas obscenas, el joven venezolano logró evadir la persecución en su contra con la definitiva salida de La Habana, pasaje descrito por el historiador como una espectacular fuga en medio de un férreo asedio.

En La Habana encontró incomprensiones, contrincantes, pero también el afecto y apoyo de criollos como De Cagigal, además de romances entre los muros de la ciudad, fundada en 1520.

Sus diarios son amplios en detalles no sólo sobre su vida militar, sino también sobre los amoríos por Cuba y el Caribe, añadió el investigador, quien hurgó durante casi dos años en el peregrinar de Miranda por esta región, entre 1780 y 1783.

Premio de la Academia de las Ciencias (2013), el libro Cuba en la vida y obra de Francisco de Miranda, escrito por Padrón, es una amena lectura redactada de forma atractiva y sencilla.

Desempolvar viejos legajos fue un ejercicio riguroso y, a la vez, un acto apasionante, hasta lograr una aproximación al andar por las irregulares calles y extraordinarias fortalezas habaneras de quien fuera años más tarde caudillo de la independencia latinoamericana, confesó el académico pinareño.

mgt/ap

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