María Machado, según los entendidos, no es loca. Pese a su cara desquiciada en ocasiones o acciones. Es sicópata, afirman siquiatras; tiene conciencia de sus actos y con visible desprecio ha venido pisoteando todos los poderes públicos en su propósito de darle un parao al proceso revolucionario venezolano que les resulta la espada de América Latina.
Como visible agente del Gobierno de los EEUU, investida de arrogante soberbia, asumió la nacionalidad panameña bajo su bandera para conspirar contra Venezuela y solicitar una intervención, producto de sus planes al arengar a una guerra civil.
Propios y extraños saben que en su deliberada ignorancia se dio de baja en el Parlamento venezolano al violar contundentes artículos de la Constitución, en perfecta relación con los art. 128 y 129 del Código Penal que tipifican traición a la Patria y delitos contra esta. Concretamente, el art.129 concluye que quien solicite o gestione la intervención de un gobierno extranjero para derrocar al Gobierno venezolano, será penado con prisión de 20 a 27 años.
Su presunción burguesa no le permite saberse derrotada por sus errores y continúa induciendo a prácticas fascistas que cogen cuerpo en el tejido social de grupos violentos que la siguen, a quienes estimula con oratorias y recursos mímicos gestuales que van de lo cómico payaso hasta lo trágico e imperdonable en una acción fascista que puso en peligro la vida de 89 niños del preescolar del Ministerio de la Vivienda que nuevamente fue atacado.
De haberse producido la tragedia con los niños, esta mujer sin corazón de madre vería su anhelado empeño de una invasión a nuestra Patria.
Señor presidente Nicolás Maduro, le exigimos que el brazo de la ley caiga sobre ella con todo su peso y sus crímenes no queden impunes, como sujeto incurso en delitos civiles, administrativos y penales. Que vaya a dar, con su vanidad burguesa ¡a la cárcel!
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