Caracas, 08 Abr. AVN.- El Gobierno que
aspira Henry Ramos Allup para Venezuela tendrá que aplicar medidas
"ácidas" al país. Escuchar esa expresión del dirigente adeco remite a
pensar, casi a sentir, un malestar directo sobre el estómago. Tal
arrebato de sinceridad del locuaz presidente de la Asamblea Nacional
(AN), se puso de manifiesto este viernes durante un evento realizado en
la privada Universidad Católica Andrés Bello (Ucab), en Caracas.
El veterano político de 72 años es reconocido por sus episodios de franqueza, en muchos de los cuáles da cuenta de un amplio abanico de insultos, tan ácidos como las medidas que augura para el pueblo venezolano si la derecha logra su objetivo. Ese eventual gobierno post chavismo, vaticina Ramos Allup: "Va a tener que hacer prodigios y va a perder popularidad, por cierto muy rápido, para poder recuperar al país por las medidas ácidas que tiene que aplicar".
Ácidas (ásperas, duras, antipáticas, malévolas, virulentas, agresivas, punzantes, dolorosas) fue quizá el adjetivo más cuidado que utilizó el parlamentario en el auditorio de la Ucab, donde exhibió vocablos muy poco conocidos, como "cuclufleta" (burla) —que dirigió al Alto Mando Militar—, hasta expresiones como "muérgano" (aquí como vulgar insulto, sin la connotación hasta cariñosa de las abuelas), que dedicó a líderes bolivarianos.
Aunque parezca un elitesco escenario, en verdad la Ucab ha tenido vínculos muy estrechos con cuanta aventura golpista ha emprendido la derecha venezolana, por lo que nadie, por católico que allí sea, se sonroja cuando el adjetivo más educado que usa el jefe de los tribunos adecos para referirse a los chavistas es el de "desgraciados".
Son muy pocos los que salieron sin su propio insulto del presidente de la AN. Destacan no sólo las palabras usadas, sino también el extenso conjunto de personas e instituciones, desde Poderes del Estado hasta ciudadanos de a pie, sin olvidar a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, a trabajadores del sector público, en especial periodistas, y a cualquier crítico de la actuación opositora en el Parlamento.
Convertido en una de las principales —sino la principal— vedette actual de la oposición, Ramos Allup llamó "insignes escribidores de pendejadas" a los opositores críticos a la actuación de la AN; "malvivientes" a los chavistas que se manifiestan en el centro de Caracas; "maladros" (delincuentes) a las autoridades de los poderes Ejecutivo, Judicial, Electoral y Ciudadano, y al presidente de la Conatel; ladrones y protectores del narcotráfico a los militares; y desde la valentía que otorga el fuero parlamentario, se refirió como "fanfarrón" al ministro del Poder Popular para la Defensa.
Durante su intervención para asegurar que es defensor del diálogo, dirigió al jefe de Estado y a las rectoras del Poder Electoral el adjetivo " zángano, zángana", aunque en este último caso, aclaró que se trata de una palabra que aparece en el diccionario. Además, dedicó a los países que integran Caricom una expresión combinada: "Chuleteo internacional" (algo así como vividores).
Al Sistema de Medios Públicos lo calificó como "una cloaca expuesta al sol", y se animó a prefigurar quizá una de esas medidas ácidas que adoptaría la derecha de llegar al poder: "Yo presidente, hubiera agarrado a esos zánganos del Sistema Nacional de Medios Públicos y los hubiera desaparecido del mapa", sin aclarar si propone para estos trabajadores el desempleo, el exterminio o la expulsión del referido mapa.
La franqueza del adeco presidente de la AN —jubilado del Parlamento, tras su servicio durante gobiernos de la Cuarta República, 1958-1998— alcanzó para hablar a sus actuales seguidores: "Mucha gente que hoy lo abraza y lo besa a uno: 'ay mi vida, que bello eres', era la misma gente que me mentaba la madre: 'bandido, adeco, cuarta república, dinosaurio', etcétera, la vida es así".
El veterano político de 72 años es reconocido por sus episodios de franqueza, en muchos de los cuáles da cuenta de un amplio abanico de insultos, tan ácidos como las medidas que augura para el pueblo venezolano si la derecha logra su objetivo. Ese eventual gobierno post chavismo, vaticina Ramos Allup: "Va a tener que hacer prodigios y va a perder popularidad, por cierto muy rápido, para poder recuperar al país por las medidas ácidas que tiene que aplicar".
Ácidas (ásperas, duras, antipáticas, malévolas, virulentas, agresivas, punzantes, dolorosas) fue quizá el adjetivo más cuidado que utilizó el parlamentario en el auditorio de la Ucab, donde exhibió vocablos muy poco conocidos, como "cuclufleta" (burla) —que dirigió al Alto Mando Militar—, hasta expresiones como "muérgano" (aquí como vulgar insulto, sin la connotación hasta cariñosa de las abuelas), que dedicó a líderes bolivarianos.
Aunque parezca un elitesco escenario, en verdad la Ucab ha tenido vínculos muy estrechos con cuanta aventura golpista ha emprendido la derecha venezolana, por lo que nadie, por católico que allí sea, se sonroja cuando el adjetivo más educado que usa el jefe de los tribunos adecos para referirse a los chavistas es el de "desgraciados".
Son muy pocos los que salieron sin su propio insulto del presidente de la AN. Destacan no sólo las palabras usadas, sino también el extenso conjunto de personas e instituciones, desde Poderes del Estado hasta ciudadanos de a pie, sin olvidar a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, a trabajadores del sector público, en especial periodistas, y a cualquier crítico de la actuación opositora en el Parlamento.
Convertido en una de las principales —sino la principal— vedette actual de la oposición, Ramos Allup llamó "insignes escribidores de pendejadas" a los opositores críticos a la actuación de la AN; "malvivientes" a los chavistas que se manifiestan en el centro de Caracas; "maladros" (delincuentes) a las autoridades de los poderes Ejecutivo, Judicial, Electoral y Ciudadano, y al presidente de la Conatel; ladrones y protectores del narcotráfico a los militares; y desde la valentía que otorga el fuero parlamentario, se refirió como "fanfarrón" al ministro del Poder Popular para la Defensa.
Durante su intervención para asegurar que es defensor del diálogo, dirigió al jefe de Estado y a las rectoras del Poder Electoral el adjetivo " zángano, zángana", aunque en este último caso, aclaró que se trata de una palabra que aparece en el diccionario. Además, dedicó a los países que integran Caricom una expresión combinada: "Chuleteo internacional" (algo así como vividores).
Al Sistema de Medios Públicos lo calificó como "una cloaca expuesta al sol", y se animó a prefigurar quizá una de esas medidas ácidas que adoptaría la derecha de llegar al poder: "Yo presidente, hubiera agarrado a esos zánganos del Sistema Nacional de Medios Públicos y los hubiera desaparecido del mapa", sin aclarar si propone para estos trabajadores el desempleo, el exterminio o la expulsión del referido mapa.
La franqueza del adeco presidente de la AN —jubilado del Parlamento, tras su servicio durante gobiernos de la Cuarta República, 1958-1998— alcanzó para hablar a sus actuales seguidores: "Mucha gente que hoy lo abraza y lo besa a uno: 'ay mi vida, que bello eres', era la misma gente que me mentaba la madre: 'bandido, adeco, cuarta república, dinosaurio', etcétera, la vida es así".
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