Como en un remake del “Destino Manifiesto” o “el pueblo elegido”, el Presidente Barack Obama espetó hace unos días en la ONU: “Algunos podrán estar en desacuerdo, pero creo que EE.UU es excepcional”. Aparentemente era la respuesta a un artículo de prensa de su émulo ruso Vladimir Putin.
Y, pese a los numerosos rechazos que levantó el discurso del mandatario estadounidense en la Asamblea General de Naciones Unidas, habría que concordar con él en el carácter excepcional de los EE.UU:
- Es el país que más ensanchó su territorio robándole espacio a otra nación: EE.UU le arrebató a México el 55% de sus tierras (más de 2 millones de Km2), incluyendo a Texas, California y otros grandes estados de hoy.
- Es el país que más guerras ha desatado en los siglos XX y XXI: unas 35 contiendas o ataques militares y como una decena de Golpes de Estado pueden ser contados a vuelo: México, República Dominicana, Viet Nam, Cuba, El Salvador, Nicaragua, Camboya, Laos, Yugoslavia, Iraq, Afganistán, Panamá y muchos otros están en la lista de víctimas de la agresividad del imperio.
- Es el único país que ha utilizado el arma atómica en la Historia de la Humanidad. Hiroshima y Nagasaki aun recuerda a sus más de cien mil muertos.
- Es el país que más ha usado el poder de veto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas: 83 veces.
- Es el país que, inmune en su territorio a la Segunda Guerra Mundial, construyó a su antojo la arquitectura financiera internacional para después destruirla con un simple golpe de timón de Richard Nixon, que eliminó la paridad dólar-oro.
- Es el país que más civiles ha asesinado con drones (no menos de 800 en la última década); matanza que cada semana se convierte en el juego preferido del inquilino de la Casa Blanca.
- Es el país con la mayor población penal del mundo (2.3 millones de presos) y con la más alta tasa de encarcelamiento per cápita (752 presos por cada 10 mil habitantes).
¿Lo apoyo con más elementos, Sr. Obama?
Hagamos excepción honrosa a las excepcionalidades de Martin Luther King y Babe Ruth, Mark Twain y Ella Fitzgerald, Noam Chomsky y Michael Jordan, Thomas Edison y Andy Warhol, y otros como ellos. Son la otra cara del espíritu estadounidense, el que vale la pena admirar.
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