En este día, 8 de Septiembre, quiero saludar al todo
el pueblo venezolano y en especial a todos aquellos que son devotos de la
Santísima Virgen María, madre de Nuestro Señor Jesucristo, a quien he
encomendado mi vida y el futuro de la Patria.
Con motivo de la Fiesta de la Natividad de María, en
muchos lugares del mundo se llevan a cabo celebraciones para honrar a la Virgen
en sus distintas advocaciones. En nuestro país, los orientales celebran a
Nuestra Señora del Valle y los llaneros a la Virgen de Coromoto.
María, la joven que tuvo la madurez de asumir la
misión encomendada por Dios de ser la Madre del Salvador. María, la mujer
sencilla que dio a luz al Rey de Reyes en un humilde pesebre. María, la mujer
fiel y valiente, que respondió al llamado del Ángel con palabras amorosas y comprometidas:
“yo soy la servidora del Señor, hágase en
mí según tu palabra” (Lc 1,38). María, la mujer servicial, que aún estando
embarazada, se va a casa de su prima Isabel a ayudarla, porque esta era mayor.
María, la mujer que canta el Magnificat:
“Proclama mi
alma la grandeza del Señor,
Se alegra mi
espíritu en Dios mi Salvador (…)
Él
hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos”. (Lc 1,46-47 51-53)
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos”. (Lc 1,46-47 51-53)
Aprendamos de esa joven mujer de Nazareth,
pidámosle a Dios que nos ayude a parecernos a ella en su humildad, su entrega,
su compromiso y sobre todo en su amor.
Como Jefe del Estado y, sobre todo, como
devoto de la Virgen María, saludo a todos los pueblos venezolanos que hoy
celebran estas fiestas para venerarla y le pido a la Madre de Jesús, a nuestra
Madre, que derrame sus bendiciones sobre Venezuela y sobre todos los hijos de
la Patria.
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