A lo largo de la historia, mucho, pero, muchísimo, se ha dicho y escrito
sobre la injerencia de los Estados Unidos en el control de otras
naciones, pueblos y gobiernos. Sobre la economía y recursos energéticos
alrededor del mundo y más allá. Cuestiones estas banalizadas, hasta el
cansancio, por Hollywood, políticos, medios y ongs afines al gobierno
imperial.
Su poderío militar, tecnológico y científico sin duda lo convierte en el
imperio, del mal, más poderoso que la humanidad conociera en toda su
historia. Controversialmente se dicen, según su apego al "destino
manifiesto", los elegidos por Dios para salvar y gobernar a la
humanidad. No importan leyes o instituciones terrenales, nacionales e
internacionales, al fin de cuentas ellos, el gobierno de Estados Unidos,
no firma ni reconoce tratado alguno.
Risas, no, carcajadas, surgen en las salas de prensa de la Casa Blanca o
algún otro ente gubernamental estadounidense, cuando con las patas
hasta el fondo del estercolero, apresurados salen funcionarios de
cualquier nivel a tratar de hacer "control de daños". Sus equivocaciones
en una u otra dirección siempre traen consigo un yo no fui, nosotros no
somos, no promovemos o simplemente, no queremos hacer daño a nadie,
defendemos la libertad y la democracia, ¡a nuestra medida y bajo
nuestros términos! Lo demás son daños colaterales.
Al final, después de sus bien pensadas torpezas, siempre parecen salirse
con la suya, ellos, en Estados Unidos de América, sus gobernantes y los
"tintanes del pensamiento" están acostumbrados a lo largo de la
historia a tirar la piedra y esconder la mano. ¡Para eso los puso Dios
en este planeta! Lo triste es que, en los albores de este siglo XXI, con
toda la tecnología y formas de comunicación, existan personas,
VENEZOLANOS, que encuentren una, una aunque chiquitica, excusa para
decir que esos "gringos son inocentes. Las acusaciones en su contra son
risibles e infundadas. A ellos los mandó Dios como ángeles de amor y
paz…"
#ObamaDerogaElDecretoYa
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