El ratón letrado vive tranquilo en una gran biblioteca familiar alimentándose
de las páginas que va royendo poco a poco. Las que más disfruta por estos días
son las láminas de colores de El libro de la selva, el papel mantequilla de la
Biblia y la portada de El palacio de la luna, de Paul Auster. Un día, hablando
con MauS, un ratón cibernético que vive atado al computador de la casa, se
entera de la amenaza inminente de los libros electrónicos, unos delgados
aparatos donde se pueden descargar millares de libros.
Al ver que el ratón letrado se pone pálido como una hoja en blanco, MauS trata de calmarlo. Le dice que los libros electrónicos no necesariamente tienen que reemplazar a los de papel, pero el ratón de biblioteca, que se ha vuelto un poco dramático y delirante por tantos libros digeridos, está seguro de que el señor de la casa terminará deshaciéndose de los ejemplares de la biblioteca. ¿Cómo no, si ahora un artefacto del tamaño de un libro de bolsillo puede albergar hasta diez bibliotecas como la suya? ¿Cómo no, si ahora en un solo grano de arena se podrá ver toda la playa, como soñaba Borges?
Se pone histérico. No piensa quedarse cruzado de brazos mientras su imperio se viene abajo. Por eso decide envenenarse con un libro de Paulo Coehlo y dos de Jaime Bayly.
Cuando el ratón villano Mauricio Sagaz se cerciora de que está muerto, se quita el disfraz de mouse de computador con el que llegó a la casa hace unas semanas, frota sus paticas delanteras y se lame los bigotes como saboreando de antemano esta nueva biblioteca que le ha quedado para él solo, y que ya ni el dueño de la casa revisa por estar metido en Internet.
Por Paul Brito
Autor, entre otros libros, de ‘Los intrusos’, editorial UIS, 2008; ‘Pluma de Mompox’, 2011).
Al ver que el ratón letrado se pone pálido como una hoja en blanco, MauS trata de calmarlo. Le dice que los libros electrónicos no necesariamente tienen que reemplazar a los de papel, pero el ratón de biblioteca, que se ha vuelto un poco dramático y delirante por tantos libros digeridos, está seguro de que el señor de la casa terminará deshaciéndose de los ejemplares de la biblioteca. ¿Cómo no, si ahora un artefacto del tamaño de un libro de bolsillo puede albergar hasta diez bibliotecas como la suya? ¿Cómo no, si ahora en un solo grano de arena se podrá ver toda la playa, como soñaba Borges?
Se pone histérico. No piensa quedarse cruzado de brazos mientras su imperio se viene abajo. Por eso decide envenenarse con un libro de Paulo Coehlo y dos de Jaime Bayly.
Cuando el ratón villano Mauricio Sagaz se cerciora de que está muerto, se quita el disfraz de mouse de computador con el que llegó a la casa hace unas semanas, frota sus paticas delanteras y se lame los bigotes como saboreando de antemano esta nueva biblioteca que le ha quedado para él solo, y que ya ni el dueño de la casa revisa por estar metido en Internet.
Por Paul Brito
Autor, entre otros libros, de ‘Los intrusos’, editorial UIS, 2008; ‘Pluma de Mompox’, 2011).
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