Para muchos es difícil escuchar la frase “estado de excepción”, sin pensar en represión, esto porque en el pasado, laCuarta República (AD-Copei) daba al Estado la posibilidad de usar estas medidas sólo para reprimir al pueblo y proteger a los empresarios. Actualmente la Revolución ha logrado con la Constitución de 1999, que esa realidad sea otra. Ahora la protección del pueblo y de la Patria, es en lo que se centra el decreto y el conjunto de acciones que lo acompañan.
Cuando se produce una amenaza sobre Venezuela, la Constitución Bolivariana faculta al Presidente para que este pueda ejercer unas medidas de protección sobre la República y su población. Es muy conocido el decreto que Barack Obama lanzó sobre el país y además la amenaza directa del paramilitar Álvaro Uribe Vélez, dirigida recientemente contra la soberanía venezolana, eso por una parte, además está la situación de emergencia que ha producido el fenómeno El Niño, afectando la distribución de agua y la generación de energía eléctrica.
Y no se puede olvidar la guerra económica a la que se ha sometido el pueblo venezolano por factores políticos y económicos interesados en destruir la Revolución Bolivariana; cambios en la producción, bachaqueo empresarial y personal, desabastecimiento, distribución irregular de los alimentos y bienes básicos.
Precisamente, estas circunstancias nombradas, se reflejan en el artículo 337 de la Carta Magna, el cual especifica que “el Presidente o Presidenta de la República, en Consejo de Ministros, podrá decretar los estados de excepción. Se califican expresamente como tales las circunstancias de orden social, económico, político, natural o ecológico, que afecten gravemente la seguridad de la Nación, de las instituciones y de los ciudadanos y ciudadanas, a cuyo respecto resultan insuficientes las facultades de las cuales se disponen para hacer frente a tales hechos”.
De igual forma, el artículo 339 señala que una vez considerado constitucional por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), el estado de excepción, “cumplirá con las exigencias, principios y garantías establecidos en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y en la Convención Americana sobre Derechos Humanos”. Asimismo, señala que el Ejecutivo podrá solicitar una prórroga por un plazo igual al concedido y también podrá revocarlo antes del periodo señalado por haber cesado las causas que lo motivaron.
El presidente Nicolás Maduro además toma en consideración la importancia de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap) a los que otorga numerosas potestades que este decreto le permite y que van asegurar la reactivación de la producción, comercialización y distribución de bienes básicos para la vida nacional.
El estado de excepción por sí sólo, no es la solución al problema, es por ello que va acompañado de un decreto de emergencia desglosado en un grupo de medidas muy específicas, que buscan recomponer los problemas que la derecha ha inducido durante estos años. Recodemos cómo los dirigentes y empresarios opositores se han empeñado en atacar al país sin ninguna consideración; atentando contra el derecho a la alimentación, afectado el derecho a la salud y la vida, y en el sector educativo causan innumerables paros y suspensiones que conllevan una desmejora en la formación de los estudiantes.
Prácticamente no hay sector económico o social que no haya recibido los embates de la derecha, en su afán de acabar con la Revolución Bolivariana y la presidencia de Nicolás Maduro, en ese ejercicio la derecha no toma en consideración los daños que causa al pueblo. Por eso el empeño en hacer ver cualquier intento de defensa de la patria como algo malo y peligroso, incluyendo el Decreto de Emergencia.
Las amenazas están, existen. Nadie puede ocultar el interés de Estados Unidos y algunos países como España sobre los recursos naturales de Venezuela. La guerra económica no cesa, los ataques por todos los medios de comunicación y redes sociales se producen casi 24 horas al día. Apoyar el Decreto es necesariamente un asunto de patriotismo, sería muy mezquina otra visión.
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