sábado, 4 de octubre de 2014

El pueblo despidió de pie a Robert Serra, un joven líder de la Revolución por Arianne Cuárez

 
Caracas, 04 Oct. AVN.- A lo largo de su vida Robert Serra demostró ser un joven audaz y de ideas claras. Cuando tenía 20 años de edad ya agitaba con fuerza las banderas de la Revolución Bolivariana, y se expresaba con firmeza frente a cualquiera en defensa del pueblo, en especial de aquel que vive en los sectores populares y que durante años nunca formó parte de la agenda de trabajo de los gobiernos de la IV República.
Este viernes el pueblo pagó con amor toda la dedicación y el trabajo que él siempre le entregó, y por eso lo esperó desde muy temprano, con paciencia, a que llegara a su lugar de reposo en el Cementerio General del Sur, en Caracas, pues el muchacho que siempre prestó su verbo para defender las ideas del comandante Hugo Chávez, el que con energía militó en el Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) y se convirtió en el diputado más joven del parlamento, había sido asesinado.
Llegar al cementerio no fue sencillo. Por las calles estrechas de la parroquia El Cementerio, agitadas desde temprano en la mañana, caminaban hombres, mujeres y niños que sorteaban el paso veloz de los motorizados bajo un fuerte sol de mediodía, con el único propósito de ver a Robert por última vez.
Ya en el camposanto, se escuchaba el nombre del líder juvenil en la voz de quienes pedían justicia por su asesinato, hecho que ocurrió la noche del pasado miércoles en su vivienda, ubicada en la parroquia capitalina de La Pastora. De acuerdo con las experticias del caso, su muerte no se debió a un hecho fortuito, al contrario, se trató de un acto planificado que responde al plan terrorista de extremistas de derecha, y la modalidad de asesinatos selectivos.
En el hecho también fue asesinada María Herrera, su compañera de vida, a quien conoció en el bachillerato y que compartió junto a él momentos de trabajo y victoria en la lucha por la Revolución. El lugar de reposo de ambos —curiosamente justo al lado del cuerpo del presidente del Concejo Municipal de Caracas, Eliécer Otaiza, también asesinado en abril de este año— ya estaba listo para su recibimiento, y el pueblo, entre lágrimas, los esperaba de pie.
Entre la multitud, donde también se encontraban miembros de la Guardia de Honor presidencial y el cuerpo de bomberos de la Alcaldía de Caracas, habían muchas mujeres con flores en mano. Una de ellas era Eudi Bermúdez, quien llevaba un par de rosas blancas y rojas que deseaba dejar en la tumba de Serra antes de que esta fuera enterrada.
"Siento un dolor inmenso. Lloro a Robert como si fuera mi hijo. El era un buen muchacho, un hombre de Hugo Chávez, del hombre que surgió para salvar al pueblo de la miseria", expresó la mujer entre lágrimas, quien conoció a Robert cuando este usaba camisa azul y era un estudiante de liceo.
"A pesar de la muerte de Robert no podemos decaer y ahora la Revolución debe ser total. Debemos ser como Hugo Chávez, como Simón Bolívar y también como Robert Serra", manifestó.
Mientras personas como Eudi Bermúdez seguían esperando al joven diputado, sus restos y los de María Herrera eran trasladados desde la Asamblea Nacional —lugar donde fueron honrados por funcionarios de Gobierno en capilla ardiente— hasta el cementerio, con el andar de una multitud recia, revolucionaria, conformada por la Juventud del Psuv (JPsuv), el Gran Polo Patriótico y cultores del país.
Al caer la tarde, pasadas las 5:50 minutos, llegaron los féretros al cementerio. Se escuchó el toque de corneta de honor y la gente, en cuestión de segundos, se llenó de euforia, la misma euforia revolucionaria que caracterizó a Robert en cada uno de los discursos que en vida ofreció, uno de los más destacados de ellos: aquel que pronunciara en la Asamblea Nacional en junio de 2007, cuando afirmó que la juventud siempre ha sido y será la garantía de una revolución que durará más allá del año 2021.
Con esfuerzo, militares y funcionarios de Estado motivaron al pueblo a construir con sus cuerpos un callejón de honor, que recibió con aplausos al diputado y su compañera, entre una lluvia de nardos blancos y claveles morados.
"Aplausos para Robert y María. Un callejón de honor para Robert y María", gritó Darío Vivas, vicepresidente de la Asamblea Nacional, desde los alrededores del sepulcro.
Con la bendición del padre Numa Molina, los féretros descendieron en la tierra, en medio de las oraciones de la gente, su llanto, y la petición ante Dios de consolidar la paz en el país, petición a la cual se sumó el presidente de la República, Nicolás Maduro.
"El fascismo decidió matar a Robert Serra ante la rabia de que el Gobierno frenara planes violentos (promovidos por la derecha). Robert, María, la muerte de ustedes no será en vano. La muerte de ustedes tendrá como corolario la victoria del pueblo, de la patria, y del avance de la Revolución", expresó el mandatario venezolano, quien dirigió un mensaje al país en el que afirmó que aplicará el castigo legal a los criminales responsables de la muerte de Serra y de otros luchadores de la patria.
Con fuegos artificiales y el disparo de 15 balas de salva, ambos luchadores fueron sembrados para siempre. El pueblo retornó a sus casas y pronto las calles de la parroquia El Cementerio, a las 8:00 de la noche, se quedaron vacías. Robert Serra será recordado por el pueblo como un hombre luchador, de ideas concretas, capaz de darlo todo por la Revolución y la democracia de su país.
Así lo recuerda también el diputado Diosdado Cabello, quien más temprano pronunció un discurso para honrar a Serra y llamó al pueblo a "cerrar filas" y luchar por la paz.
"El fascismo no perdona, tiene mucha plata y no tiene escrúpulos. Se cayó Robert, pero ahora vendrán millones de Robert", manifestó. 
Arianne Cuárez AVN 04/10/2014 00:03

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