VENEZUELA | Por: Jorge Giordani – ¨La responsabilidad fundamental / que se le exige al escritor; / escribir cuando se tiene algo que decir, / cuando se considera necesario decirlo / y cuando es más fuerte la necesidad / que los miedos subyacentes¨. / Orlando Araujo
Dentro del desarrollo del sistema capitalista variadas experiencias han existido en las cuales se ha requerido por parte de los gobiernos, el hacerle frente a una modificación del perfil de la deuda soberana acumulada a un cierto momento.
Entre las políticas asumidas por algunos países del llamado capitalismo desarrollado, con el doble déficit, el del presupuesto nacional, junto al de la balanza de pagos, ha conducido a la necesidad de financiar sus gastos a través de una política de endeudamiento.
Lo importante del asunto es el para qué se utilizan dichos recursos que cubren los déficit, los cuales si van dedicados a mejorar la calidad de vida de las personas, al desarrollo científico y tecnológico, o a las obras que tengan una influencia positiva en el crecimiento de la economía y la sociedad, se iría en una dirección correcta, dado que aumentan el bienestar general de las personas en dicha sociedad.
Pero ello no ocurre siempre, y más de las veces el endeudamiento se dedica al derroche, a la economía del desperdicio, por lo cual las nuevas generaciones se ven obligadas a asumir las consecuencias de la mala administración de los siempre escasos recursos.
Otro factor que causa alarma en este momento de la vida nacional, es el fenómeno de la corrupción y la posible apropiación de dichos recursos por parte de sectores sociales, económicos y políticos, que literalmente hacen fiesta de ellos, acumulando y extrayendo riqueza que debería ir en beneficio de la mayoría de la población.
En el caso venezolano, para situar lo que fue la experiencia de gobierno que culminó a finales del año 2012, con el Presidente Chávez, el endeudamiento total creció desde 1998 al 2012, en 1,85 veces mientras que el crecimiento del PIB subió en 3,91 veces, mediando en ello el Golpe de Estado de abril del 2002, y el sabotaje petrolero de finales de ese mismo año y principios del año 2003 que tuvo un costo, según algunos cálculos aproximados, cercano a unos 20 mil millones de dólares, mientras que la relación del endeudamiento del Gobierno Central bajó en relación al PIB de 24,43% en 1998, a un 11,6% en el 2012.1
En el trabajo mencionado en la referencia anterior, se planteaba una serie de recomendaciones para lo que era el desarrollo del Segundo Plan Socialista para el período 2013-2019, las cuales fueron puestas de lado por el nuevo gobierno que se instaló en abril del año 2013.
En particular aquella referida a ¨Disminuir la obtención de ingresos vía endeudamiento para gasto corriente, procurando la inversión de los recursos en proyectos estratégicos y productivos¨. En esa dirección la deuda interna creció de un nivel de 57.391 MM$ en el año 2012, a 91.155 MM$ en noviembre del año 2014, sin tener en cuenta lo que ocurrió posteriormente que continuó agravando la situación en los siguientes tres años.
Si la relación deuda/PIB era de 58,8% en el período 1986-1998, ella se logró disminuir a un 28,6% entre 1999 y el 2012. No ocurrió lo mismo, posterior al inicio del nuevo gobierno en abril del 2013, cuando dicha relación comenzó a crecer de nuevo debido por un lado, al aumento de la deuda contraída y por el otro, al entrar la economía en un proceso profundo de recesión.
Lo que se logró en 13 años se destruyó en los cuatro años posteriores, peor aún al debilitar las reservas internacionales que a finales del año 2012, eran de 29.894 millones de dólares y en la actualidad, finales del 2017, no llegan a los 10 millardos de dólares.
La deuda externa venezolana se encontraba constituida en sus grandes proporciones, a finales del año 2012, en un 33% la del Gobierno Central, de los cuales cerca del 80% correspondían a tenedores de bonos. Otro casi 51% la de PDVSA, y un 16% como tercer componente mayoritario lo relativo al Fondo Chino.
Lo que mostraba la necesidad de una reestructuración bien diferenciada por la naturaleza de las partes en cuestión. Una cosa es el Gobierno Central, otra la empresa de hidrocarburos, PDVSA, y finalmente, muy diferente también, los contratos de suministros que se tenían como contraparte del llamado Fondo Chino. Compleja conformación que requería de varias y específicas consideraciones.
Lo que debió ser una estrategia de disminución del perfil de los vencimientos de la deuda del Gobierno Central y de PDVSA en particular, se dejó pasar por parte del gobierno desde abril de 2013, de una situación que había que enfrentarla de manera inmediata, mediando las fortalezas del momento tanto político como financiero, pero solo es ahora, a finales del año 2017, cuando se procede a conformar la necesidad de una reestructuración, al aparecer situación de default en algunos pagos de intereses o del principal de compromisos adquiridos intentando reaccionar, como de hecho ha sido la conducta asumida por este gobierno, conducta inercial, a destiempo, tarde, ¨como vaya viniendo vamos viendo¨, con poca transparencia en el manejo financiero de la República, y debilitado al máximo, en términos de la situación macroeconómica con los tres diablos de la economía desplegados a plena vela: esto es la gigainflación, la prolongada recesión, y el aumento rampante del subempleo y el desempleo abierto.
Se plantea ahora una negociación en condiciones de extrema debilidad económica, de gran incertidumbre, con poca preparación de la tarea por emprender, donde los acreedores que no son ningunos ¨niños de pecho¨, ni emuladores de la Madre Teresa de Calcuta, lo que están es esperando usando la expresión llanera de ¨caimán en boca de caño¨, apoyados además por la ofensiva emprendida por el gobierno norteamericano y sus aliados europeos, aplaudidos por sus congéneres criollos en una especie de Coro celestial de público de galería.
Si no se está bien preparado técnicamente ni políticamente de manera adecuada, para una confrontación de este género, la salida del conflicto puede asimilarse a un nocaut fulminante o a una carnicería financiera, como ya le ocurrió a un Presidente de la República al decir que lo habían engañado…
La historia primero se produce como una tragedia, la segunda vez, como la que al parecer comenzamos a vivir de nuevo puede resultar en un tragicomedia, en una nueva farsa improvisada, o peor aún el inicio de una ¨carnicería financiera¨, por la cual será el pueblo venezolano a quién le toque pagar una vez más los platos rotos de esta nueva improvisación del gobierno que se dio a partir de abril del año 2013.2 Cosas veredes Sancho…
1 Jorge A. Giordani C. Encuentros y desencuentros de una construcción bolivariana. (Caracas. Vaddell Hermanos Editores. 2014). ¨Punto 3.6. ¨Análisis de la política de Endeudamiento en la República Bolivariana de Venezuela¨. pp. 240-252.
2 Para ver como describen, analizan y prescriben las fuentes del Fondo Monetario Internacional los procesos de reestructuración, sugerimos la lectura de cómo se comportan quienes se tienen en otro lado de la mesa de negociación, en situaciones similares a la nuestra.
En dicho estudio los autores examinan la experiencia de 95 países capitalistas menos desarrollados y unos 600 diferentes casos. ¨Sovereign Debt Restructuring 1950-2010¨. IMF Working Paper. 2012.
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