Mientras intentábamos hilvanar una opinión crítica al artículo “Retomar el debate sustantivo: ¿Cual transición socialista?” del compañero Javier Biardeau (aporrea 30/01/12) [1], él nos sorprendió gratamente con otra de sus interesantes reflexiones (“PSUV: La ilusión del triunfalismo como condición de los escenarios de derrota estratégica”, aporrea 18/02/12) [2], obligándonos a incluirla en nuestro plan inicial por su relación con el tema que nos preocupa.
Antes de abordar la discusión queremos empezar por una especie de preámbulo.
Proponemos como sugerencia una reflexión entre quienes ejercitamos algunas veces la actividad de exponer por escrito ideas que pretenden contribuir a cambiar el mundo. Consideramos que debemos evaluar con serenidad si realmente eso que estamos diciendo/escribiendo sirve para materializar nuestras buenas intenciones, es decir, debemos meditar sobre el carácter práctico de nuestras opiniones.
Miles de artículos son publicados todos los días en aporrea y en otros medios comprometidos, generando una pluralidad de enfoques y de intencionalidades de cambio que por coherencia deberían estar sustentadas en un compromiso práctico de cada uno de sus autores. Como dijo el desaparecido profesor Adolfo Sánchez Vázquez “No existe praxis teórica” [3]
Todos tenemos espacios y posibilidades de incidir en los cambios prácticos-reales si asumimos el compromiso de hacerlo con cierta dosis de voluntad. Éticamente no son válidas las excusas contemplativas.
Como resulta inevitable que por variados motivos las personas se expresen, resta apenas como válido alertar a todas (os) para que reflexionemos sobre la pertinencia, calidad y claridad de lo que decimos y de cómo lo aproximamos a lo que hacemos.
En el caso de los que intentamos reflexionar sobre la efectividad del pensamiento nos corresponde evaluar también que es lo que consideramos como “efectivo” en términos revolucionarios y debatirlo abiertamente para confrontar con los demás la pertinencia o no de nuestras verdades. Y como los artículos y opiniones (inabarcables en su multiplicidad) seguirán apareciendo, deberemos ir formando a nivel personal y en las redes de opinión política eso que Umberto Eco propone para seleccionar el dispar contenido que circula en internet: “una teoría para el filtro del conocimiento” dado que “conocer es saber separar” (Últimas Noticias, 31/12/11)
Pero mismo sin una teoría del filtro explícita o elaborada, cada uno de nosotros va creando la suya a fuerza de intuición, experiencia y formación. Empezamos por seleccionar medios y autores y a sobrevolar intuitivamente títulos o palabras claves que nos sugieran “aquí hay algo interesante” aunque muchas veces no damos en el blanco. Paralelo a esto comenzamos a desarrollar expectativas por ciertos autores como quien espera la próxima novela/película de un escritor/director apreciado pues se termina generando un placer similar al de la literatura y el cine. Pasamos a disfrutar no ya de una ficción sino de la agudeza para concatenar ideas y hechos históricos capaces de darle sentido a los hechos políticos, sociales, económicos y culturales del mundo que nos rodea.
Ese placer en sí mismo es válido pues hace disfrutable el ejercicio de conocer nuestro conflictivo mundo. Pero si tuvimos la “mala suerte” de habernos cruzado alguna vez con esa famosa frase “maldita” según la cual: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo.” (Karl Marx), entonces y a pesar del placer intelectual y estético, nuestra sensibilidad y nuestra conciencia pasan a interpelarnos todos los días porque todos los días el mundo nos recuerda que necesita con urgencia su transformación.
Hace algún tiempo que venimos disfrutando los artículos del compañero Javier Biardeau y recomendamos que se lean sus opiniones en “saberescontrahegemonicos.blogspot.com/”. Ellas nos parecen ilustradas, instructivas, críticas, heterodoxas y por supuesto muy comprometidas.
Es más, su nuevo artículo [4] analizando el complicado tablero político que tenemos de aquí hasta el 7 de octubre debería ser leído por todas y todos los que apoyamos el proceso bolivariano y en particular por nuestros ministros, parlamentarios y dirigentes, por los integrantes del PCV, del PPT-Maneiro, del UPV, y del MEP, pero muy particularmente por toda la dirección y militancia del PSUV y por supuesto por nuestro presidente. Como él no se cansa de reiterar que debemos “estudiar y estudiar”, ciertamente valorará sus innegables aportes, bastante críticos es verdad, algo “cortantes” en algunos pasajes pero muy leales. Su preocupación central que compartimos: “evitar la derrota estratégica de la revolución bolivariana.”.
La cuestión a problematizar con el compañero Biardeau (agreguemos el “Ya basta” de Reinaldo Iturriza [5] y otras opiniones muy compartibles) es la desconexión efectiva entre los muy buenos diagnósticos que realiza y las no visualizables y materializables soluciones que presenta.
A 7-6 meses de las elecciones presidenciales y con la preocupación de evitar una derrota el 7 de octubre, el compañero Biardeau nos plantea (apoyándose en otras importantes voces críticas), que nuestra revolución “se encuentra desde hace ya largo tiempo en una encrucijada crítica” y que para salir de ella nuestra “praxis revolucionaria no puede despacharse sin un profundo debate colectivo con amplia participación y deliberación sobre la concepción del mundo distinta al “capitalismo depredador”, sobre el proyecto de mundo de vida que se pretende construir efectivamente, así como sobre las teorías revolucionarias que guían y orientan la práctica y decisiones políticas de las fuerzas sociales políticas y sociales que interviene en la arena política.” (Destacado nuestro)
Aunque ningún revolucionario podrá objetar la necesidad permanente de amplios y profundos debates democráticos y trabajar para ello, en la coyuntura actual, tal y como lo presenta el compañero Biardeau, eso no es realista ni practicable.
Si la situación es crítica, debemos despacharnos sí con ideas y propuestas dirigidas a ofrecer visibles y contrastables soluciones prácticas para la población, soluciones estas que en la propia dinámica y complejidad de su realización nos colocaran frente a frente con los desafíos de la transición socialista. Es a través de propuestas prácticas efectivas y creíbles que debemos provocar el debate y con ellas nuestros compatriotas “pragmáticos” y “despachadores” se verán obligados a debatir los pros y los contras de sus acciones. Al mismo tiempo quedaran en evidencia quienes son los que dicen y opinan pero que nada hacen a la hora de la verdad, una actitud que mucho desgaste y descreimiento le ha generado a nuestra revolución.
El compañero Biardeau propone pertinentemente problematizar cuál socialismo y cuál transición socialista pretende llevar adelante el proceso bolivariano pero en lugar de insertar ese debate en cuestiones prácticas que nos permitan avanzar en ese camino opta por una hiperproblematización que nos lleva por un sinfín de preguntas que en nuestra opinión no nos acercan la vida cotidiana real de las personas. Es en ella donde el proceso bolivariano debe demostrar que es la mejor opción política y electoral para que el pueblo de Venezuela, más allá del slogan, pueda vivir viviendo.
Fidel y Chávez: la misma virtud personal, la misma dificultad socialista
Algunas apreciaciones ejemplares sobre cuestiones prácticas hechas por los dos líderes revolucionarios serán nuestra base para argumentar porque algunos problemas de la vida real son capaces de colocarnos frente a los complejos debates teóricos de la transición al socialismo y de hacernos calibrar que tipo de propuestas podrían ayudarnos a vencer con amplio margen el 7 de octubre.
El famoso discurso de Fidel Castro pronunciado en la Universidad de La Habana el 17 de noviembre de 2005 [6] recorrió el mundo porque allí sorprendió a todos al alertar sobre la posibilidad de que la revolución cubana pudiese derrumbarse por sus propias fallas:
“Este país puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos; nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra”
Lo que no recorrió el mundo fueron la serie de observaciones críticas que hizo Fidel a respecto de la economía y la vida cotidiana, en las cuales denunciaba un conjunto de fallas y desvíos que iban desde la anécdota de un chofer que manejaba a toda velocidad por La Habana en un camión de trabajo del Estado para ir a visitar a la novia; pasando por profesionales universitarios que desconocían cuando pagaban por la energía eléctrica que consumían en su casa; hasta llegar al lamentable robo de gasolina y medicamentos.
Fidel expuso detalladamente ejemplos de una serie de prácticas burocráticas, de desidia, despilfarro y robo contrarias a la construcción de una nueva sociedad, confesándole por eso al auditorio que no había sido su intención enfrascarse “sobre tan sensibles temas” pero que se sentía obligado a hacerlo porque todos ellos “… tienen que ver con la economía, con la vida material del país, con el destino de la Revolución, con las ideas revolucionarias, con las razones por las cuales iniciamos esta lucha, con la colosal fuerza que tenemos hoy, el país que somos y podemos seguir siendo, y mucho más de lo que somos.”
En esas apreciaciones detalladas que realizó Fidel deberíamos ver la virtud del individuo histórico y líder que está identificado con la obra en la que está empeñado pero percibiendo en ella las dificultades reales para que las personas se apropien en sus prácticas concretas de aquello que se supone les pertenece.
Aquí es donde está en nuestra opinión el debate real y sustantivo de las dificultades de la transición hacia el socialismo y es a partir de ellas que se puede entender el vivo debate que se viene desarrollando actualmente en la sociedad cubana. Muchas preguntas pueden hacerse al respecto. Planteamos una: ¿Qué complejos resortes tiene dificultad para remover el proceso revolucionario cubano que le siguen cerrando el paso al tan prometido “hombre nuevo”?
De Cuba a Venezuela
En el Aló Presidente nº 378 [7] transmitido desde Barinas el día 29 de enero de este año, el presidente Chávez, comentando diversos problemas que iban surgiendo en los programas implementados, le dijo en determinado momento a Alfredo Miranda, presidente de la empresa agrícola Pedro Camejo: “[tú no puedes dejar] ni un solo tractor inoperativo o maquinaria de nuestra Empresa Socialista Pedro Camejo, ni uno”. Acto seguido el presidente contó lo siguiente:
“Yo el otro día vi un poco de tractores tirados por allá, andaba en helicóptero y mandé a aterrizar ¿Y este poco de tractores? No, que terminaron de trabajar el viernes y los dejaron ahí ¡Pero cómo los van a dejar ahí a la intemperie, chico! Y sucios llenos de barro, no compadre, yo lo lamento mucho ¿ve?
Eso es igual a un tanque, tú llegas de la maniobra del terreno, nadie sale de permiso hasta que no limpias el tanque, lo laves, le quites el barro con cariño, le eches grasa, si lo disparaste hay que limpiar el cañón con una baqueta, mano, sacarle toda la pólvora y dejarlo “pepeaito” ahí está le pones la lona, el tapabocas al cañón y ahora sí, permiso mi tanque, me voy pa’ la calle. ¿Pero cómo tú vas a dejar el tanque lleno de barro en el terreno, chico? Y te vas a ir porque llegó las tres, cuatro o cinco de la tarde. No, un revolucionario de verdad no hace eso. A que si fuera tuyo el tractor no lo dejarías tirado ahí ¡ah! pero como no es tuyo sino que es del pueblo. Todavía nos falta la conciencia de lo que es la propiedad de todos, la propiedad del pueblo, chico, eso es del pueblo, no es tuyo ¡cuídalo!” (Destacado nuestro)
Al igual que Fidel, el presidente Chávez tiene la virtud de expresar como individuo histórico y líder su identificación y apropiación con la obra que está impulsando, es decir, la de construir una sociedad donde todas y todos los venezolanos sintamos que ella nos pertenece. Pero en el ejemplo dado por el presidente Chávez está presente también la misma dificultad que enfrenta el proceso revolucionario cubano. Nos referimos al hecho de que nuestros servicios públicos siguen cayendo una y otra vez en la desidia, irresponsabilidad y despilfarro porque muchos de los compatriotas que allí trabajan y los cargos gerenciales que los dirigen no están identificados con lo que hacen. No sienten que es algo que les pertenece.
Por eso como en el caso de los tractores que usaremos como metáfora, nuestros servicios públicos terminan por lo general dejando las cosas “sucias y a la intemperie”. A su vez la sociedad no ejerce su papel de control, reclamo y denuncia porque tampoco ve en esos servicios algo que es suyo.
Estamos todavía lejos de enraizar en nuestro pueblo una de las banderas más importantes que ha propagandeado el gobierno bolivariano: “VENEZUELA AHORA ES DE TODOS”.
Ese es el país real que permanece mayoritariamente incambiado después de 13 años de revolución y a la cual reiteradamente se refiere el propio presidente cuando repite y repite aquella frase de Los Miserables de Víctor Hugo: “El molino ya no existe, pero el viento que lo movía aún continúa soplando”.
Por lo tanto si queremos debatir con propiedad como empezar a transitar hacia el socialismo, debemos comenzar por actuar guiados en nuestra pesquisa participante por la incógnita de descifrar por qué el viento continúa soplando en la mente de las personas… y en la de nosotros también!!!
El 7 de octubre como proceso práctico correctivo de nuestras fallas y omisiones
De cara al 7 de octubre, todos los que nos pretendemos revolucionarios debemos trabajar para “convertirnos en un reflejo práctico de los cambios que proponemos.”, tal y como lo plantea la Propuesta de Principios del Gran Polo Patriótico. Pero eso no se hace por escrito ni con discursos sino con nuestra actuación. Para ello tenemos el campo fértil y su vez necesario de todos nuestros servicios públicos, buscando incorporar la necesaria coparticipación ciudadana para mejorar y garantizar su eficiente y calificado funcionamiento.
Esta es la mejor herramienta de agitación y propaganda política que tenemos porque al mismo tiempo que nos coloca en acción buscando la mejora real de nuestros servicios nos exigirá a cada uno de nosotros una actitud activa, responsable y propositiva.
¿Cuántos de los que nos decimos “revolucionarios” tomamos la iniciativa de denunciar las fallas y omisiones de esos servicios que se supone son nuestros? ¿Es verdad que si fuésemos nosotros los responsables por aquellos tractores mencionados por el presidente, los hubiésemos dejado limpios y resguardados del polvo y de la lluvia? ¿Y si nos colocaran mañana al frente de algún servicio público, podríamos asegurar con humildad y responsabilidad que seríamos capaces de actuar de manera consecuente, impulsando un funcionamiento eficiente y simultáneamente promover un clima de trabajo armónico, en equipo, desalienado y motivador?
Por eso es que junto a las necesarias y firmes exigencias que se deben plantear para que las personas realicen sus tareas con dedicación y responsabilidad que debemos discutir también cuales son las formas pedagógicas que el socialismo del siglo XXI necesita desarrollar para motivar a las personas a mejorarse y corregirse usando lo menos posible el recurso a las desgastantes sanciones. Involucrarse activamente en esto para producir mejoras en nuestra gestión, ¡ahora!, es participar de manera práctica en la transición hacia el socialismo y la mejor manera de abonar el terreno electoral que nos favorece. Cualquier otra actitud discursiva alejada del compromiso de implementar medidas efectivas pecara por omisión y será impotente para contribuir a volcar el resultado electoral a nuestro favor de manera contundente.
Capriles: canalizando la arrechera general y la de la clase media en particular.
Todos sabemos que no podemos hablar entre nosotros de una pureza del pueblo chavista: “Boliburgueses”, burócratas, gente corrupta y egoísta, machistas, homofóbicos, racistas y demás se presentan bajo mantos “rojos” y “revolucionarios”. Es algo en parte inevitable en un proceso político tan reciente conformado por millones de personas, lo que no disculpa para nada la poca coherencia y decisión política que nos ha faltado para enfrentar estas miserias humanas que se convierten en votos contra la revolución. Por supuesto que ese debate con medidas correctivas sigue y seguirá abierto pero sin olvidar nunca que cada uno de nosotros debe permanentemente auscultarse porque las fallas, contradicciones y miserias también nos tocan de cerca. Ese debe ser el punto de partida humilde y honesto de los revolucionarios.
Aunque hayan sido inflados los tres millones de las primarias por una hábil maniobra, según nuestra historia electoral reciente son realistas las posibilidades de 4, 5 o más millones de votos para la oposición el 7 de octubre. El compañero Biardeau nos ha presentado en ese sentido un cuadro exhaustivo con varios escenarios posibles según sean las tendencias y contra tendencias de la batalla electoral, siendo algunas de ellas peligrosas para nuestro proyecto. Por eso es absolutamente correcta su preocupación para que sean desechadas todas las”ilusiones triunfalistas” que hemos venido alimentando por medio de las encuestas.
En todo caso, es mucha gente. Muchísima gente, sobre todo para la nueva hegemonía y la transición al socialismo que queremos impulsar. Esos postulados políticos no pueden desarrollarse con esa social correlación de fuerzas: 30% en su cantidad y amplios sectores medios de los principales centros urbanos en su calidad.
En ese bloque heterogéneo se encuentra la minoría acaudalada de este país vinculada a los centros económicos nacionales y extranjeros con su sequito de seguidores y arribistas. Están los sin escrúpulos de siempre que saben que con esa gente pueden prosperar sus parasitarios “negocios” y están también un conjunto de ciudadanos que todavía nos adversan ideológicamente porque las consecuencias negativas del “socialismo real” no se superan fácilmente y menos cuando nosotros hemos venido cometiendo errores (burocracia-desidia-ineficiencia-corrupción) similares a los de ese “socialismo” que fracasó.
Sumemos a esto los vasos comunicantes internacionales a través de los medios o de los relatos personales de nuestras clases medias viajeras. Estas se encargan de transmitir ciertas e innegables experiencias positivas del buen funcionamiento dentro y fuera de la región de algunos servicios públicos y privados que contrastan con los nuestros. Completemos estos rumores positivos que vienen del exterior con las verdaderas arrecheras nacionales del tránsito, bancos, hospitales y otros servicios, y tendremos entonces un conjunto de compatriotas hastiados clamando por un cambio ya.
En este sentido lo que todavía podría no ser válido para la mayoría de los sectores populares nos tememos que si lo sea ya para una gran parcela de nuestras clases medias. Nos referimos a la hipótesis esbozada por el compañero Biardeau según la cual “Lo peor que puede ocurrir es que a Capriles se le perciba como a un Chávez de 1998, y a Chávez como a un Carlos Andrés Pérez de 1992.”
Como en el caso del boxeo, seguidos golpes dirigidos a la zona “media” a lo largo de varios rounds terminan por minar la resistencia y la paciencia de una esperanza que se despertó en 1998. Además las formas de percibir los logros y las fallas de nuestro gobierno son diferenciales según se trate de la óptica de los sectores populares o de las clases medias y ambos están también diferencialmente sobreexpuestos al bombardeo mediático. Es por eso que cuando nuestro gobierno toma algunas medidas como en el caso de la especulación en la medicina privada o con la leí de arrendamiento actúa como si estuviera intuyendo que le cuesta ser entendido por esos sectores medios. Por algo siempre resaltamos en nuestro discurso pero de una manera algo improvisada que esas “son medidas que benefician sobre todo a clase media”.
Nuestro gobierno no termina de entender que su mensaje no es entendido por esos sectores y esa incomprensión y falta de sintonía creemos que radica en la propia composición social de los integrantes del gobierno y de muchos de sus cuadros dirigentes.
Los cuadros medios que están vinculados al gobierno por lazos materiales (sueldos y facilidades) o ideológicos (creen en nuestra revolución) son como pescadores alejados de la actividad. Poseen un vago recuerdo de cómo se hacía, pero ya no logran decodificar los cambios que se han venido procesando en la actividad que realizaban.
Hace algunos años atrás la periodista uruguaya Ivonne Trías haciendo una cobertura al poco tiempo del golpe de 2002 decía lo siguiente:
“Chávez cuenta con el pueblo del llano y con los militares leales. Pero entre los beneficiados por estas reformas [las 49 que provocaron el golpe] y los perjudicados por ellas falta un tejido político y social capaz de proveer al presidente reformador de los cuadros civiles que necesita para la elaboración de planes, para su ejecución y evaluación. La lealtad, con ser esencial para Chávez, no le es suficiente para ocupar ese espacio. Falta una política serena para la universidad, las comunicaciones y la cultura en general, falta el tejido de organizaciones sociales y políticas entre las que repartir el poder y el gobierno.”(Brecha, 17/05/2002)
Si esto no fuese así no se entendería por qué surgió en Venezuela un movimiento con él nombre específico de “Clase Media en Positivo”. Esto en los casos de Brasil y Uruguay, por ejemplo, no fue necesario dada la capacidad de convocatoria que tuvo la izquierda en esos sectores. No es aquí por supuesto el momento para debatir la relación entre ese fenómeno y los efectos de la economía rentista petrolera en la conformación de nuestras clases medias.
Lo cierto es que la Clase Media en Positivo representa un esfuerzo muy importante para tener una política serena capaz de cubrir ese vital flanco que hemos dejado al descubierto a la hora de meditar sobre la articulación de fuerzas sociales que son necesarias para llevar adelante el Socialismo del siglo XXI. Nosotros seguimos de cierta manera anclados en el obrerismo popular clasista del socialismo del siglo XX.
Los que venimos de las clases medias debemos apoyar a la Clase Media en Positivo sin el temor o complejo de hacernos “menos populares”. Y la razón es muy sencilla. No le podemos pedir a un pescador margariteño que se vaya a los llanos de Apure para organizar el movimiento campesino.
¿A quién le vamos a dejar el trabajo de reflexionar y de formular políticas específicas hacia esos sectores si somos nosotros los miembros de las clases medias los que manejamos sus códigos y vivimos sus mismas contradicciones?
Cada individuo que quiere realmente contribuir con la causa revolucionaria debe evaluar con serenidad, según su condición y capacidad donde puede ser más útil y efectivo en el proceso de lucha. Descuidar esto puede degenerar en protagonismos vanguardistas que distorsionan la real representatividad social que debe tener un revolucionario.
Salvo en los movimientos organizados y en los concejos comunales, percibimos que en nuestro proceso revolucionario la mayoría de los “representantes del pueblo” son compatriotas oriundos de las clases medias.
Necesitamos fomentar la auto-organización y la auto-representación política de los sectores populares tal y como viene haciendo desde hace años en Brasil el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) que ha venido postulando y eligiendo a sus propios dirigentes como parlamentarios para las asambleas estaduales y el congreso nacional.
Un ejemplo de cómo se puede presentar esta discusión en Venezuela surge de una entrevista reciente (aporrea 20/02/12) [8] que el diario Ciudad de Caracas le realizó al compañero Reinaldo Iturriza.
Le preguntaron si Chávez tenía alguna posibilidad ”de incidir en la clase media y restarle votos a Capriles en su feudo” y su respuesta fue:
”El Presidente no puede dejar de dirigirse a todos los sectores de la sociedad, incluso, a los ricos, porque es el Presidente de todos. Yo creo que él lo hace, pero indudablemente su compromiso fundamental es con los sectores populares. A mi juicio, allí debe seguir centrando sus esfuerzos porque son la mayoría y porque hay malestar en ese segmento. Si esa gente se abstiene puede decidir las elecciones presidenciales. En evitar la abstención de los sectores populares chavistas debe centrarse la atención, no sólo del Presidente, de todos los revolucionarios.” (Destacado nuestro)
Que para el 7 de octubre precisamos mantener el mayor respaldo posible de los sectores populares está fuera de discusión. Pero más allá de que se debe determinar con que acciones políticas se pretende revertir el malestar que hay en esos sectores, es un gran error que quienes participamos de las clases medias nos mimeticemos funcionalmente con “el pueblo” desentendiéndonos de darle respuestas políticas al malestar que está muy presente en el sector social que nosotros mejor conocemos. Suponer de manera imprecisa que el presidente ”lo hace” es una manera involuntaria de esquivar nuestra indelegable responsabilidad frente a tan compleja tarea.
Tenemos sin duda el deber ético y político de colocar todos nuestros recursos materiales e intelectuales en apoyo de los sectores más humildes y sumergidos de nuestra sociedad, fomentando su auto-organización y sus propios liderazgos. Pero nosotros no somos anticapitalistas apenas porque este sistema produce hambre y miserias materiales. La sociedad capitalista merece desaparecer porque es incapaz de desarrollar plenamente las potencialidades humanas dándole un sentido pleno a la vida, incluso para aquellos “incluidos” que no tienen problemas económicos inmediatos.
¿Quién va a interactuar y dialogar con ellos haciéndoles ver la mediocridad de sus apegos materiales hasta llevarlos a la comprensión de que sus problemas espirituales más profundos (falta de motivaciones vitales) son imposibles de resolver dentro de la lógica vil y deshumana del capitalismo?
Una prueba más que nos convence de la importancia de afrontar el reto de las clases medias, fue que estas volvieron a ser mencionadas por el propio presidente en el lanzamiento del Comando de Campaña Batalla de Carabobo:
“(…) hacerle ver a nuestro pueblo todo, e incluso a los sectores que nos adversan hasta donde sea posible, los sectores de clase media que no tendrían ni tienen porque adversar este proceso de cambios revolucionarios pacíficos y democráticos, hacerles ver como se han beneficiado en estos años del proceso revolucionario, y hacerles ver lo que perderían en el futuro en el caso nefasto de que la burguesía volviera a gobernar a Venezuela.” (Destacado nuestro)
En esa necesidad manifestada por el presidente de hacerles ver nuestra verdad a las clases medias está la clave en su aspecto positivo y negativo. Lo positivo obviamente sería que de lograrlo llevaríamos a esos sectores a apoyar nuestro proyecto. Lo negativo está en que como no problematizamos la particular conformación de la subjetividad en esos sectores terminamos reduciendo la cuestión a un problema de batalla ideológica o de manipulación mediática.
¿Por qué las clases medias no ven ni valoran los logros de este gobierno, dado que están capacitadas para hacerlo?
Es aquí donde nuestros dirigentes e intelectuales deberían asumir la consigna que por ahora el compañero Reinaldo Iturriza aplicó solo para criticar correctamente nuestro triunfalismo electoral: “Contra el fraude interpretativo” (aporrea 13/02/12) [9]
La batalla discursiva y mediática: la comparación entre los dos modelos
Pocos días después de la primarias en el acto de graduación de la I Promoción de Médicos Integrales, el presidente hizo una primera confrontación fuerte contra el candidato opositor. Le dijo entre otras cosas: “Majunche, no puedes ni sostener un discursito, ... tienes que leer cuatro paginitas (…), por más que te disfraces, majunche, tienes rabo de cochino, orejas de cochino, roncas como un cochino; eres un cochino (…) Majunche, irás a gobernar a la tierra de Tarzán y la mona Chita".
Tal vez sea muy prematuro adelantar la efectividad o no de esa táctica discursiva en términos generales, pero si tomamos como correcta la apreciación de Javier Biardeau de que “quienes deciden las ventajas decisivas son en cierta medida los llamados segmentos no alineados” entonces no nos parece que con ese discurso y con el desgaste acumulado por nuestros errores podamos atraer a los sectores no alineados y mucho menos a los no alineados de los sectores medios.
No tenemos una muestra representativa confiable pero a título personal hemos tenido contacto con varias personas que votaron a Chávez, que molestos con él fueron a la primarias por Radonsky y que al enterarse de este discurso arriba mencionado opinaron que el presidente parecía haber perdido el equilibrio. ¿Cuántos serán los venezolanos en esta posición?
Hemos visto también en las redes, apoyadores de Capriles que suben frases como la siguiente:
“NI SOY MAJUNCHE, NI SOY ESCUALIDO, NI SOY OLIGARCA, NI LE SIGO EL JUEGO A CHÁVEZ.
ES COMUN DE LOS ACOMPLEJADOS PONER SOBRENOMBRES DESPECTIVOS A QUIENES LOS HACEN SENTIR INFERIORES. SOMOS PERSONAS QUE RESPETAMOS Y QUEREMOS SER RESPETADOS.
SOMOS VENEZOLANOS! “
Haciendo la salvedad de que siempre es bueno recordarle a estos compatriotas opositores que nuestro presidente ha sido catalogado en todos estos años como “Chaburro”, “Asesino”, “Genocida”, “Bestia”, “Cabrón”, “Mico”, “Negro”, “Mono” y otro sinfín de calificativos muy despectivos, creemos que es necesario para elevar el nivel de la política revolucionaria evitar en todos los niveles las adjetivaciones descalificativas que lo único que logran es alimentar un espíritu de cuerpo entre aquellos que se oponen hoy al presidente y que nosotros tenemos el deber político revolucionario de intentar conquistar para nuestro proyecto.
Pero supongamos que el aspecto discursivo sea corregido, como parece haber hecho ya el propio presidente al dirigirse hacia la oposición de una manera más ponderada en el acto de presentación de nuestro comando de campaña ¿Esto resuelve nuestros desafíos?
Analizando este aspecto el compañero Javier Biardeau nos dice por un lado que “(…) Chávez debe advertir que en la estrategia polimediática y comunicacional de la oposición, uno de los ejes de campaña será contrastar el papel de su oratoria y elocuencia para generar promesas, evaluándolas una a una con sus realizaciones concretas, en términos cuantitativos y cualitativos (una auditoria y balance de gestión).”, es decir, que nos van a pasar factura y atacar con mentiras, medias verdades y verdades, contrastando lo prometido con lo hecho y la calidad de lo que fue hecho.
Este sería al parecer un terreno poco favorable para nosotros pues por otro lado el propio compañero Biardeau afirma que “para garantizar una victoria contundente, la alta dirección política de la revolución no puede confiar exclusivamente en la fortaleza comunicacional de Chávez.”
Sin embargo Biardeau no explicita cual es la fragilidad de confiar exclusivamente en la capacidad comunicativa del presidente ni nos presenta cuales serian las otras acciones que deberían acompañarla. Podemos presumir que quedaríamos en desventaja porque tenemos muchas fallas y eso nos dejaría mal parados cuando la oposición empiece a comparar lo prometido y lo realizado por nuestro gobierno; o podemos suponer que tendríamos dificultad para hacerle frente a una guerra mediática cargada de mentiras y medias verdades.
En un caso o en el otro, falta definir lo que debemos y podemos hacer que no dependa exclusivamente de la elocuencia discursiva de nuestro presidente. Pensábamos que el compañero Biardeau hacia el final de su excelente diagnóstico nos presentaría algunas propuestas pero no fue así. Salvo la compartible mención a la necesidad de “un sacudón de conciencias, y de una profunda re-conducción democrática”, el compañero no desarrolla propuestas específicas. Si nos permite amigablemente la broma, diríamos que después que mató al tigre de las ilusiones triunfalistas le tuvo miedo al cuero y se distrajo con una seria de reflexiones gramscianas, las cuales lo hicieron olvidarse que a él también lo necesitamos involucrado como sujeto práctico para responder en esta coyuntura a la más importante de sus preguntas:
“¿Quién convencerá a los no alineados y votos moderados de lado y lado?”
Por cierto que sobre este último aspecto habrá que ponerse de acuerdo en nuestro comando de campaña porque al compañero alcalde Jorge Rodríguez le preguntaron hace poco (aporrea 27/02/12) [10] si él consideraba que habían o no indecisos y su respuesta fue:
”Yo nunca he creído que hay tres sectores. Nuestro panorama político necesariamente debe estar polarizado, es conveniente que así sea porque hay una confrontación de dos modelos: el que encarna Hugo Chávez, que postula que el pueblo debe encarnar el poder; y el otro, el entreguista de las riquezas nacionales, el de las élites financieras, económicas y políticas.”
¿Realmente es así? Nos parece que nuestro compañero Jorge Rodríguez está confundiendo el contenido de la disputa del 7 de octubre con la percepción real que tienen las personas sobre la misma. Esto no es un detalle menor viniendo del jefe del comando de la campaña electoral y aclararlo positivamente en breve es clave si vamos a la conquista de los 10 millones o más de votos.
De las palabras a la acción: sin sectarismos, con amplitud, unidad y acción
13 años es muy poco tiempo histórico para una revolución que intenta remontar los descalabros de nuestro siglo XX, pero es mucho tiempo psicológico en la vida de las personas. Debemos entender de una buena vez que muchas de nuestras evitables e innegables fallas se transforman en las “pruebas” irritantes que bloquean a miles de ciudadanos de los sectores populares y de las clases medias para que no perciban las conquistas y logros de nuestro gobierno.
La prueba positiva en contrario la explicitó Carola Chávez en un artículo llamado “Sin excusas” (aporrea 07/01/12) [11].
Habiendo conocido la desastrosa y corrupta DIEX (Dirección de Identificación y Extranjería), Carola, después de narrar su experiencia positiva con nuestro SAIME, termina por exclamar:
“Si pudimos con la DIEX ¿qué excusa hay para no poder con lo demás?
¡SAIMEtización total ya!”
Siendo justos y generosos, junto al SAIME deberíamos colocar también las mejoras operadas en CANTV, en el METRO de Caracas y Los Teques y otras que podamos estar dejando de lado por desconocimiento, pero la pregunta sigue en pie: ¿Qué excusa hay para no poder con lo demás?
Para la Misión 7 de octubre nuestra meta político-electoral debe ser doble: 10 millones de votos o más en apoyo al gobierno bolivariano pero teniendo claro la importancia de ir simultáneamente disputando la conciencia de aquellos compatriotas que todavía no se decidieron por nosotros y la de aquellos que están pensando en votar a la oposición en forma de arrecha protesta por nuestras fallas y omisiones.
El instrumento político que tendría la mayor amplitud para convocar a quienes todavía no están con nosotros sería el Gran Polo Patriótico y eso lo tienen que entender y potencializar los compañeros del PSUV y de los demás partidos. Repitamos otra vez, lo dicho por el presidente:
“El propósito de este Polo es unificar a todas las organizaciones políticas que apoyan el proceso revolucionario de Venezuela, como el Partido Comunista de Venezuela (PCV), el partido Unidad Popular Venezolana (UPV) y el Movimiento Electoral del Pueblo (MEP), entre otros, para fortalecer la unión entre las fuerzas socialistas.”
Sin embargo y a pesar de que debemos seguir intentándolo, todo indica que por ahora el Gran Polo sigue sin recibir el respaldo y el impulso que necesita. No parece haber todavía claridad ni voluntad política entre los partidos que apoyan la revolución y muy especialmente en el PSUV. Un vuelco claro y decidido a favor del Gran Polo en pleno combate electoral sería una osada sorpresa a nuestro favor, pero parecería algo difícil pues también en los partidos “El molino ya no existe, pero el viento que lo movía aún continúa soplando”. Sigamos intentándolo ahora y después del 7 de octubre. Es nuestro deber.
¿Que Hacer?
Para nosotros, el método, sin excluir ninguna de las iniciativas que quieran impulsar las personas, debe consistir en la identificación y corrección práctica de todas aquellas fallas que dependen de la gestión de nuestros servicios públicos. Debemos presentarles por escrito a las gerencias y direcciones respectivas las cuestiones concretas que deben ser solucionadas a corto y mediano plazo y a su vez solicitarles una reunión para llamarles la atención y convocarlas positivamente a tomar medidas correctivas inmediatas tanto en la prestación de los servicios en general como en la atención al público en particular.
En el caso especifico de nuestro compromiso de lucha en el Estado Nueva Esparta (Margarita, Coche y Cubagua), el General Mata Figueroa junto a todo nuestro equipo de trabajo, debería convocar reuniones-entrevistas con los diversos organismos del Estado para que nuestros compatriotas entiendan que no podemos permitir más que nos sigamos haciendo auto-sabotajes producto de nuestra desidia y falta de responsabilidad. Alertar eso sí, que si no se producen los cambios necesarios y esperados en poco tiempo, solicitaremos a los ministros respectivos o al propio presidente si es necesario la sustitución de los actuales cargos gerenciales, designando a otras compañeras y compañeros más comprometidos y empeñados en construir el país solidario que queremos.
Tomemos nota de las fallas y omisiones a corregir y mejorar acompañadas de sugerencias y medidas concretas para hacerlo. Hagamos eso en nuestros lugares de trabajo, en nuestros barrios y municipios. Por ejemplo:
¿Que pasa con Hidrocaribe que no ataca los varios puntos con pérdidas de agua que vemos por diversos lugares de la Isla de Margarita? Para citar dos casos: ¿Será que cerca de Paraguachí en la vía hacia Manzanillo y por la vía de Los Robles hacia La Asunción, no vive ningún defensor de nuestro gobierno capaz de reclamar y presionar para que se solucionen las pérdidas de agua que vemos todos los que pasamos por ahí?
¿Qué pasa con las sucursales del Banco de Venezuela de la calle Igualdad esquina Av. Santiago Mariño y la que está por la Av. 4 de mayo cerca del Yumbo? La primera tiene un cajero electrónico y la segunda tres: hace más de seis meses que no funcionan. ¿Las compañeras o compañeros gerentes respectivas(os) de esas dos sucursales, han dejado de cobrar su sueldo en todos estos meses?, ¿Está nuestro gobierno en deuda con ellos por algún motivo? Y aunque así fuese, ¿no están ustedes en el deber de velar por el buen y eficiente funcionamiento de un banco que es de todos los venezolanos y que se supone también es de ustedes?
¿Por qué hay una camioneta para transporte de personal de la Clínica Popular Nueva Esparta en La Asunción, semi abandonada, con los cuatro cauchos espichados y el vidrio trasero roto? ¿A ningún revolucionario de los que allí trabajan le duele que esté así algo que también es suyo?
Antes de participar en el próximo acto de campaña del general Mata Figueroa y antes que venga en campaña por aquí el presidente, cada uno de nosotros debería mínimamente asegurarse con hechos y no palabras que eso de “revolucionario” no es demagogia rojita.
Como nos dijera hace poco un integrante de nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana de apellido Malaver: “tenemos que parar con ese discurso de que le queremos dejar un país mejor a nuestros hijos y proponernos con hechos dejarles desde ya, mejores hombres y mejores mujeres”
¡10 millones de votos o más para el presidente Chávez!
¡El menor respaldo posible para el candidato de la oposición!
¡Mata Figueroa próximo gobernador de los neoespartanos!
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