domingo, 24 de abril de 2011

Honor a quien honor merece

Por Osly Hernández


Esta semana he leído varias críticas al evento realizado el sábado bajo el nombre “Música por el pueblo”, la mayoría coincidiendo en la torpeza política que significó vincular la celebración del nacimiento de uno de los hombres más coherentes que ha parido nuestra tierra, el poeta, cantor y militante Alí Primera, con una rumba en la base aérea de la Carlota.


Ya algunos cantores anunciaban el desastre y, a pesar de las cuantiosas sumas de dinero ofrecido para la presentación, prefirieron irse a Paraguaná, Estado Falcón, a celebrar dignamente junto al cuatro, las maracas y la botellita ‘e ron el nacimiento de Alí.


Pero no es de este asunto que quiero escribir. De eso ya se ha dicho demasiado. Por el contrario, quiero referirme a una hermosa iniciativa que tuvo lugar un díita antes, en la plaza Andrés Eloy Blanco, mejor conocida como la plaza ‘e Lina Ron.


Allí, varios colectivos e instituciones juveniles de Caracas organizaron un concierto con cultoras y cultores, jóvenes e históricos, que entonaron sus voces para desde la poesía guerrillera, desde la rebeldía hecha estrofa, desde la vida revolucionaria hecha canto, homenajear al camarita Alí.
En esta actividad, la Chiche Manaure, Sol Musset y Jorge Rodríguez, elevaron palabras cargadas de flor y fusil, de anécdotas, de historia colorida que hicieron estremecer a las y los presentes que, aún cuando la mayoría no tuvo la oportunidad de conocer al poeta, lo sentimos cerquita, a nuestro lado. Hasta pequeñas lágrima vimos correr sobre algunas mejillas.


Junto a estos discursos, otros tantos proyectaron su voz al cielo y a la tierra pa’ recordarnos que el cultor del pueblo está sembrado y hecho millones de carajitos que amamos su legado, porque su obra no fueron sino palabras hecha pasos, palabras vivas.


Además, en la actividad se ofrecieron dos hermosos regalos: unos dibujos hechos con esténcils por la Escuela “Crea y Combate”, que reflejaban el rostro de Alí empuñando su única arma: su guitarra, y un libro: “No sólo de vida vive el hombre”, colección para la patria buena.
¡Qué diferencia con lo vivido al día siguiente! Ojalá que algún día quienes se dedican al negocio con la cultura, terminen de sacar sus manos de los valores del pueblo…


Por suerte, Alí nunca ha necesitado defensa, pues bastantes canciones dedicó a la incoherencia, a los negociantes y a los chouseros. A quienes en vida jamás lograron montarlo en un tarimón y a quienes en muerte tampoco podrán hacerlo.


A las y los camaradas que organizaron el evento el viernes, mi cariño y respeto. A las y los “panitas” que organizaron la rumba del sábado, les dejo la mayor enseñanza: aprendan a escuchar la crítica del poder popular. ¡Que no muera la esperanza, el combate ni el amor!

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