París, 07 Dic. AVN.- Con un martillazo sobre la mesa se hizo oficial el ingreso de los Diablos Danzantes de Corpus Christi de Venezuela a la lista representativa del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. En la sala contigua estaban 22 corazones latiendo a millón: eran los promeseros de esta manifestación cultural esperando la señal para aparecer ante el público.
En la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés) en París, Francia, el primer capataz de esta cofradía, Máximo Fajardo, recordó a su padre Nicasio antes de bajarse la máscara representativa de los Diablos Danzantes de Cuyagua. Falleció hace una década y antes de morir le dejó los conocimientos de esta tradición, por eso minutos previos a la danza sintió en su cuerpo la herencia de una devoción que llegó a su pueblo en 1773.
Luego del matillazo, los diablos de Turiamo, Tinaquillo, San Rafael de Orituco, Cuyagua, Patanemo, Cata, Naiguatá, San Millán, Ocumare de la Costa, Chuao y San Francisco de Yare entraron a la sala e hicieron sonar las maracas en su mano derecha, sostuvieron con fuerza su mandador en la izquierda y, mientras movían sus pies al ritmo del cuatro, los ruidosos cencerros que colgaban en su cintura espantaban a cualquier demonio que pudiese estar presente.
Los nervios y la alegría se acumularon en el pecho de algunos diablos y a otros se les hizo un nudo en la garganta, pero los miembros de distintos países del mundo entraron en sintonía con la danza: una lluvia de flashes cayó sobre los danzantes y aplausos interminables despidieron a los diablos que siguieron su baile en las afueras del salón de la reunión.
El capataz mayor de los diablos de Ocumare, José Echenagucia, dijo que no bailaría porque sufría de la tensión, pero se le vio zapateando en la Unesco, y al presidente de la cofradía de los diablos danzantes de Yare, Ernesto José Herrera, le dio un esguince en un pie, pero así danzó en tres oportunidades. Con energía positiva, orgullo y entusiasmo los promeseros venezolanos superaron los pequeños obstáculos e hicieron su representación.
Estos diablos buenos, que se rinden ante el Santísimo Sacramento, rompieron con la frialdad de una sala de tediosos protocolos y de discusiones, a veces eternas, en medio de un invierno parisino con temperaturas que empezaban a acercarse a los cero grados centígrados.
El jueves porque es el día de Corpus Christi
El miércoles 5 de diciembre empezó la VII Reunión del Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Inmaterial de la Unesco y con ella la revisión exhaustiva de 36 candidaturas para estudiar su ingreso a la lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial, entre ellas la de Venezuela, que postuló a 11 cofradías de diablos danzantes que bailan en honor al Santísimo Sacramento.
El día se alargaba y el debate se extendía mientras los diablos aseguraban que la candidatura venezolana no se revisaría el miércoles sino el jueves, porque es un jueves el día de Corpus Christi (nueve semanas después del Jueves Santo).
Manifestaciones de Bolivia, Brasil, Colombia y Ecuador obtuvieron el visto bueno del comité intergubernamental; la noche del miércoles cayó y la revisión de expedientes, que se hace por orden alfabético, apenas iba por Níger. Faltaban más de 10 países y Venezuela era el penúltimo.
Días antes los diablos tuvieron la certeza de que se presentarían el jueves al mediodía, porque es un jueves al mediodía cuando se rinden ante el Santísimo Sacramento. A las 9:00 de la noche el presidente del comité intergubernamental, Arley Gill, dio por concluida la sesión y quedaron nueve postulaciones para el jueves 7 de diciembre, entre ellas la de los diablos danzantes venezolanos.
Sincretismo y lágrimas
El veredicto de la Unesco destacó elementos de esta manifestación como la transmisión de la memoria histórica, así como el papel en la cohesión social que tienen los diablos danzantes. Cuando los relojes de París marcaron las 12:00 del mediodía sonó el martillazo oficial que aprobó el ingreso de esta expresión cultural a la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Se cumplía el presagio de los diablos y algunos escépticos le dieron mayor credibilidad a esa conexión entre los diablos promeseros y el Santísimo que data del siglo XVII.
En la manifestación, los promeseros enmascarados ejecutan pasos de danza hacia atrás como penitencia, al mismo tiempo que el padre de la Iglesia católica avanza elevando el Santo Sacramento. En el momento culminante de la celebración los diablos se postran ante Dios simbolizando el triunfo del bien sobre el mal.
Además de las raíces hispanas expuestas en el catolicismo que atraviesa esta tradición, esta expresión cultural también se ha vinculado con el chamanismo indígena y las antiguas cofradías y sociedades secretas del África negra.
La embajadora de Venezuela ante la Unesco, Rebeca Sánchez, destacó que el sincretismo de esta manifestación conquistó a los presentes de distintas nacionalidades.
Una muchacha de las islas de Comores, en África, se le acercó emocionada y le dijo: "No sabía que había afrodescendientes en Venezuela. Qué lindo verlos bailar como nosotros, con trajes como nosotros, los veo y los siento que son nuestros".
La diplomática también cuenta que en una visita a Senegal vio máscaras muy parecidas a las que utilizan los diablos danzantes de Ocumare de la Costa. "Por ese diálogo intercultural, las diabladas venezolanas han tenido tanta aceptación de naciones y pueblos diferentes. Todos de alguna manera se sentían incluidos en esa manifestación cuando vieron la representación en la Unesco".
"Ya no somos solo de Venezuela, somos de la humanidad. Ahora tenemos una responsabilidad mayor", dijo el presidente de la Cofradía Nacional de Diablos Danzantes, Antulio Pacheco, y por ser la primera manifestación del país inscrita como patrimonio inmaterial del mundo, el rol de estos diablos trasciende a otro nivel: se convierten en promotores de las expresiones culturales del país.
Uno de los diablos danzantes de Patanemo estaba con los ojos quebrados mientras danzaba en la sede de la Unesco y cuando vio a una mujer con facciones asiáticas llorar frente a él siguió con esfuerzo su baile, pero, conmovido por las miradas emocionadas de su entorno, bajó su máscara para cubrir su rostro porque empezaba a liberar lágrimas.
"¡Viva Venezuela! ¡Vivan los diablos danzantes!", dijeron los promeseros repetidas veces antes de entonar el Himno Nacional luego de saberse patrimonio de la humanidad, y alguna voz del público gritó también: "Viva Chávez".
Más tarde un comunicado de la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela era difundido por los medios de comunicación: "Anotemos en nuestras conciencias y en nuestros corazones esta fecha como Día Nacional de nuestro Patrimonio Cultural Inmaterial para impulsar con más fuerza el compromiso de todo el pueblo venezolano y de su Gobierno Revolucionario de apoyar incondicionalmente todas las expresiones tradicionales de nuestra diversidad cultural...".
Los diablos danzantes son el primer patrimonio inmaterial de la humanidad que tiene el país, pero las esperanzas de que se incluirán más están presentes. La Parranda de San Pedro de Guatire y Guarenas, la lengua indígena mapoyo, el culto a María Lionza y la fiesta de San Benito están en la cola para que en los años venideros se golpee el martillazo oficial sobre la mesa.
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